XVI: Asimetría

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Cuando llegamos al hotel donde The Who celebraba su fiesta "privada", Brian me dio su brazo y recordé lo que le había dicho de vuelta en nuestro hotel, que se lo reservara, así que lo miré largamente y él alzó las manos, señalando haberse rendido con el tema de una buena vez. Caminamos juntos hacia adentro y me pareció que todo era más fácil al estar al lado de una estrella como él: nadie cuestionaba mi presencia en un hotel como ese y, de hecho, al lado de Brian Jones nadie podía cuestionarme nada.

En el ascensor hacia la suite que habían rentado, Brian me contó que The Who solían ser famosos por rentar suites y el 99% de todas esas ocasiones hacer destrozos, o bueno, Keith los hacía. Era el baterista quien daba fin a esas fiestas destruyendo por completo esas habitaciones o el inmobiliario y no pocas veces terminaban involucrando a la policía y todo, por lo que él sabía.

— ¿Y me acabas de traer a una fiesta en donde posiblemente terminemos todos en la cárcel? — pregunté, entre risas.

— No, no. Nosotros nos vamos antes de que eso pase — me aseguró.

— Si es que no te encuentras con alguien y desapareces antes, Brian Jones — lo acusé, haciéndolo reír aún más.

— Es increíble lo poco que confías en mí — observó. — Pero ya te dije: diviértete, relájate, demuéstrame que no eres la amargada esa que conocí cuando Klein te obligó a ser mi ama de llaves, ¿Recuerdas? La que no me aceptaba un trago, ni un poco de hierba, la que solo me corregía cuando hablábamos de libros y tonterías...

Mi sonrisa se apagó un poco al descubrir que eso era todo lo que pensaba de mí con sinceridad y no se daba cuenta de lo que causaba en mi interior el escuchar que, a diferencia de todas las personas con las que se rodea, yo soy la aburrida, la estricta, la que corrige y no se relaja. ¿Qué diablos hacía intentando cambiar mi vida? ¿Acaso soy una obra de caridad para él?

— No tengo que demostrarte nada — le dije, sin ánimos de pelear. — Soy lo que soy, y ya lo sabes.

Suspiró.

— Cierto — concedió. — Pero no me mientas — y ahora me apuntaba con un dedo, bien cerca del rostro, acusándome de algo. Fruncí el ceño. — Con esa pandilla de hippies con la que hiciste tan buena amistad, ¿Recuerdas? Tú de lo más bien que te emborrachaste, bailaste y hasta te liaste con uno de ellos.

Justo cuando iba a comenzar a decirle que era distinto, que esa gente no era como su gente, escuché lo último... ¿Lo sabía? ¿Lo había visto? ¿Y por qué diablos nos había visto? ¿Cómo?

— ¿Qué? — siguió. — ¿Acaso vas a negar que andas con uno de esos tipos? Vitalie, te desconozco...

No estaba reclamándome, ni siquiera estaba un poco celoso, más bien estaba disfrutando de molestarme con Fred como un niño fastidia a su amiga con la persona que le gusta. Bajé la mirada.

— Ay no, ¿Te hizo algo? Lo levanto a patadas... — amenazó.

Alcé la mirada y comencé a negar.

— No, no — me apresuré a acallarlo, pensando con velocidad en algo que decir al respecto. — Bueno, en mi grupo... Es decir, ese grupo que conocí en este viaje, practicamos algo a lo que creo que llaman... amor libre — expliqué, intentando no partirme de la risa con la cara que ponía Brian al escucharme. De entre todas las excusas que pude inventar, esta es la más estúpida, estoy segura.

— ¿Amor libre? — preguntó.

Asentí.

— Así que... definitivamente yo soy la única persona con la que eres aburrida y amargada. Lo estás haciendo a propósito — me acusó, y su expresión seguía siendo la de una persona a la que le han hecho la peor de las traiciones, era realmente divertido verlo en ese estado.

Complicated || Brian JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora