VII: Un intento más

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— ... ¿Me vas a mostrar quién eres?

Estaba siendo el doble de insistente esta mañana y aunque no me tocaba podía sentir la presión en sus ojos, en su voz y en sus movimientos. De esta no saldría airosa y tenía un mal presentimiento acerca de lo que pasaría cuando supiera. Mi preocupación cambió de los modos de ocultarme a los modos de contarle la verdad y, por más que pensara en uno adecuado, no lograba llegar a nada.

— No sé por qué te interesa tanto saber quién soy, quién es una extraña que tan solo has visto dos veces en tu vida — contesté. — Estás obsesionado con esto, con una persona que no tiene nada que ver contigo. ¿O es porque no fui capaz de reconocerte? ¿Te molesta que no me haya impresionado?

Nunca en mi vida me había sentido así de segura de decirle todas esas cosas en la cara y sin miedo a nada. Todo cambió de súbito cuando me atrapó de un brazo y me sacudió con tal facilidad que mis movimientos se convirtieron en los de una muñeca de trapo.

— ¡Me haces daño! — le dije, intentando pelear por soltarme, pero él fue más fuerte, más fuerte que nunca.

— Tú me obligaste — musitó antes de alzar su mano libre y quitarme el sombrero blanco de Billy. Me estremecí, pero no quise morir sin tener la última palabra.

— Bien — y fui yo la que terminó por arrancar el pañuelo de mi cuello, dejándolo caer al suelo mientras acababa por quitar las gafas que yacían sobre mis ojos y lanzarlas junto a la otra prenda. — Soy Vitalie, imbécil, Vitalie — escupí en su cara.

Él me soltó y se alejó unos pasos sin dejar de mirarme.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó en un hilo de voz. No me alegró verle así de afectado, pero tampoco me afectó a mí. Me sentí segura al ver su vulnerabilidad, algo que me hizo hablar.

— Allen Klein, tu banda y todos los que están detrás temen por tu vida, porque al parecer eres un maldito bebé que no puede cuidarse solo.

— No tienes derecho — susurró, estupefacto.

— Lo tengo. Es mi trabajo — añadí.

Tardó unos segundos en asimilarlo.

— ¿Te han pagado? — alzó la voz. No estaba gritando, pero la sentí tan fuerte en mis oídos que me estremecí, encogiéndome en el lugar en donde estaba de pie frente a él, expuesta. — ¿Te han pagado por seguirme? — siguió, cada vez más alterado.

Había algo siniestro en su mirada puesta en mí. No me gustaba, nada de esto me gustaba.

Asentí y miré hacia el suelo.

— Le dijiste, ¿No? — farfulló entre dientes, furibundo. Volví a mirarlo, confundida. — Le dijiste lo que pasó esa noche y por eso ahora están tras de mí ¡¿No?!

Abrí la boca, sorprendida, y comencé a negar frenéticamente mientras él avanzaba hacia mí y me atrapaba con ambas manos, apretando mis brazos con tanta fuerza que sentí como si mis huesos no pudieran resistirlo más y estuvieran a punto de reventar bajo su presión.

Comencé a llorar.

— Por favor — supliqué.

— ¡Di la verdad! — me gritó en la cara. Lo único que podía sentir era que me había convertido en un caos entre sus manos y no sabía cómo acabarlo.

Seguí negando mientras balbuceaba entre llantos y me lanzó al suelo con toda su fuerza. Aterricé sobre mi brazo izquierdo y el miedo me impidió seguir sintiendo dolor. Él venía por mí. Me volteé y comencé a arrastrarme, intentando ponerme de pie para correr hacia el baño y encerrarme allí, pero todo fue en vano. Se abalanzó sobre mí, alzó el puño y todo se fue a negro.

Complicated || Brian JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora