XV: Trato

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El festival finalizó con The Mamas and the Papas y fue todo lo que yo hubiera deseado ver en la vida, realmente el domingo era el más fuerte de los días en cuanto a artistas y sus presentaciones fueron de lo mejor. Dejé de preocuparme de Brian cuando él dejó de verme y se concentró en sus amigos y en la muchacha de cabello negro, quien seguía a su lado la última vez que miré. Finalmente, cuando ya no quedaba nada más que gente borracha queriendo seguir su fiesta en otro lugar, el grupo de amigos de turno, es decir, nosotros, nos fuimos al hotel caminando descalzos, con los zapatos a los hombros, a paso lento y cansado.

— ¿Y ahora qué? — Bill vocalizó algo que todos pensamos en ese momento, caminando bajo la tenue luz de los faros en la noche. Antes de una respuesta coherente, todos guardamos silencio.

Me hacía sentir mejor que ninguno de los presentes tuviera idea qué venía. Yo no sabía qué pasaría en la vida luego de esto.

— Bobby y yo haremos auto stop hacia colorado — dijo Joan, fumando un cigarrillo. — Queremos ver el gran cañón.

Sonreí. Joan y Bobby siempre hablaban en plural, en un nosotros tan fuerte como el hierro. ¿Quién no querría encontrarse a alguien en la vida con la que hacer ese tipo de pactos imposibles?

— Yo tengo que volver a casa — le siguió Fred. — A pesar de haber amado América, es mi deber retirarme a mi tierra de origen.

— No es tan genial una vez que vives un par de años aquí — explicó Bill.

— Olvidaba que eras el único americano — rio Fred. — ¿Qué harás tú, Vitalie?

Me encogí de hombros.

— Inglaterra, cesantía, no hay mucho que ver — respondí.

— ¿Y el Stone? — preguntó Bill, recibiendo un gran codazo de parte de Fred, uno que no pasó desapercibido así que suspiré y alcé una mano como diciéndole: está bien.

Y, en realidad, estaba bien, ya me tiene sin cuidado.

— Si el representante tiene algún trabajo más para mí, podría hacer algo de dinero en la disquera — expliqué. Me di cuenta de que todos me ponían atención ahora y supuse que querían escuchar aquella historia. La curiosidad es parte de la naturaleza humana, después de todo. — Escuchen, comencé en la compañía disquera como secretaria, luego me cambié de rubro y cuidé la casa de Jones... no se entusiasmen, vivía de viaje, no interactuamos mucho, no teníamos una relación profunda, si es que eso es lo que quieren saber...

Anita. Anita Pallenberg. Me había ordenado como una cuestión fundamental que no la dejara entrar y, de ser posible, la empujara lejos de su morada, pero eso estaba fuera de mis posibilidades personales, ella era mucho más alta que yo y, sin duda alguna, si nos viéramos enfrascadas en una pelea, yo sería la perdedora.

— Necesito hablarle — dijo, se veía muy seria, muy afectada, para nada como la chica alegre y hermosa que conocí hace años.

— ¿No tienes miedo? — pregunté. Sí, sabía toda la verdad. Primero, porque Allen me lo había advertido apenas llegaron de Marruecos y segundo, porque fue inútil que Brian me lo ocultara, y él tenía un gran talento para ser directo y enfadar a la gente con sus acciones.

Ella se fue con Keith.

Él la golpeó.

Esa relación estaba condenada desde hace mucho.

— ¿Disculpa? — me dijo.

— No voy a repetir lo que dije — suspiré. — Anita, lo que sea que quieras de Brian, por favor, pídeselo a Allen, a Tom, incluso a los de la banda... No encuentro una manera amable de decir que no puedo dejarte entrar... por ti, por él... pero más por ti.

Complicated || Brian JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora