VIII: Juega con fuego

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Decidí desayunar en el hotel. Me sentía pésimo, físicamente enferma, psicológicamente cansada. Volví a conectar el teléfono cuando desperté sin darme cuenta de que había caído dormida sin cambiarme de ropa ni meterme bajo las sábanas. Había sido una pésima noche.

Unas tostadas con huevo revuelto más un café harían el truco, pensé al sacar las cosas y sentarme en una de las mesas más alejadas del modesto salón de té. Este trabajo estaba acabando conmigo y ya ni siquiera quería hablar sobre ello con Lou, ni escuchar cómo el dinero y los días de vacaciones son algo que debería disfrutar en vez de sentirme así.

Soñé que Brian me entendía y fue peor que las pesadillas en las cuales me golpeaba o se enfadaba por la mentira.

— Todavía no entiendo el sombrero, menos las gafas — dejé mi taza de café en la mesa con las manos temblando, lo que hizo que el café se balanceara un poco en su interior. Observé hacia arriba y no había nadie más que Brian en un traje sencillo, pero impecable.

El olor de su suave colonia y algo así como lo que creí que era loción para después de afeitar me golpeó más que el aroma del café matutino y me sentí, por un segundo, como en casa, de vuelta en Londres, allí en ese piso que yo me dedicaba a limpiar.

— No es un buen día, señor Jones — murmuré.

— Oh, entonces me conoces — siguió, sentándose frente a mí. Tragué sonoramente.

— Mis amigos... — balbuceé, cruzando mis piernas para dejar de moverlas bajo la mesa. — Ellos me informaron.

— Aún así, podrías dejar el disfraz de lado...

— Mira, si te vas a quedar a comer aquí justo en esta mesa, habiendo muchas desocupadas, entonces no hablemos de mi ropa, o de mis malas elecciones — lo detuve. No me di cuenta de lo grave que sonaba hasta que acabé.

Lo miré esperando un cambio pero él se quitó su chaqueta a rayas y la dejó tras su silla con esa delicadeza que le caracteriza antes de sentarse junto a mí. Quise sonreír.

— Está bien — dijo, juntando sus manos sobre la mesa.

— ¿No tienes algún famoso con el cual pasar el rato? — pregunté.

— Sí.

Silencio. Era hábil.

— Es un comedor buffet, tienes que ir por tu comida — le informé.

— Claro.

Se levantó y fue por algo de comer mientras lo miraba atentamente como si fuera a huir si me enfocaba en otra cosa o persona. Volví a beber café en silencio, le di un par de mordidas a mi tostada y volvió.

Frutas, yogurt, jugo de naranja.

— No tengo mucha hambre —dijo.

'Quizás son las drogas, el sexo, el rock and roll', el lado malvado y juicioso de mi cerebro me dijo.

Lo miré porque mis lentes oscuros me lo permitían. Había dejado crecer un poco su cabello y sus patillas, pero lo llevaba ordenado y no tenía sus joyas puertas, excepto por los anillos. Lucía demasiado sobrio.

— ¿Irás al festival? — preguntó.

Sonreí con incredulidad.

— Lo siento, lo debo preguntar — murmuré. — ¿Realmente te importa? O es lo que siempre le dices a todas para que piensen que de verdad te interesan.

— Solo estoy interesado en lo que ocultas, pero no quieres hablar sobre eso — explicó.

Me rendí.

Complicated || Brian JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora