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Me desperté como todos los días, sinceramente era una mierda ir a la universidad y tener a todas las chicas detrás tuya. Sí, soy popular, pero no me está gustando mucho esto. Antes se podría decir que sí, pero a medida que avanzaba el tiempo, era molesto el cómo la mayoría de chicas me acosaban o yo que sé, no me dejaban hablar tranquilo con mis amigos... Muchas cosas.

Llegué a la universidad, y cómo no, un grupo de chicas ya me estaba rodeando para saludarme y darme regalitos o galletas caseras. Me encantaría haber pasado de las caras de todas, pero no sé por qué nunca lo hice. De todos modos quedaba poco para que yo terminase la universidad y perder de vista a todas esas mujeres...

Pero, algo era diferente. Es decir, me molestaba que las chicas me persiguieran, pero hace meses me di cuenta de que, un chico rubio, con pecas y no muy alto, me perseguía. Antes solo pensaba que era mi imaginación, pero pasaron los días y él no paraba de espiarme o cosas así. Yo me daba cuenta, y al parecer él no sabía que yo ya era consciente.

Sí, era lo mismo que como hacían las chicas, pero algo lo hacía diferente. ¿Tal vez porque era un chico? No, de vez en cuando los chicos se me acercaban para ser populares como yo o porque eran gays y se habían enamorado de mí. ¿Es porque es tímido? No creo... ¿Es porque me respeta? Mentira, seguro ya se sabía mi vida privada. ¿Pero qué lo hacía diferente? Él podría ser gay, pero no muy diferente a los otros gays del centro.

Me había acostumbrado a tenerlo a él, escondido, detrás mía o a unos pocos metros de mí. Él pensaba que no me percaté de nada y así siguió casi hasta el final del año.

Esas preguntas de por qué no me molestaba el hecho de que me perseguía o me acosaba seguían presentes en mi cabeza, pues decidí hablarle.

Fue sorprendente la primera vez que intercambié palabras con él. Estaba con otros dos amigos suyos, pero con quien más hablé fue con él.

Lee Felix, así se llamaba. Extranjero, sigue estudiando coreano y es sorprendente cómo es que saca buenas notas —o al menos decentes— en todas las asignaturas. Va a un curso menos que yo y al parecer vive solo. Su casa está cerca de mi barrio y algunas veces me lo topé de camino a la universidad o de vuelta a casa. Muchas veces cuando hablo con él, se sonroja, a saber por qué. ¿Porque le gusto? No, imposible. No se ve con cara de gay, ¿o sí?

De todos modos, ya me había acostumbrado tanto a que él me persiguiera que se sintió raro no tenerlo escondido por ahí mirándome.

Un día, creo que fue siete días antes de que empezasen los exámenes finales, él me estaba evitando. No sé cuál es la razón, pero me dolió un poco. Como si algo en mi pecho se oprimiera. Ese día, cuando me apoyé en el marco de la puerta para llamarle a él y a sus amigos para comer con nosotros, él se veía muy aterrorizado. Seungmin, de cabellera castaña y el más alto de entre ellos tres, me dijo que ese día almorzarían solos. Yo dije pues vale, me fui a la cafetería y comí con mis amigos: Minho y Bin.

—¿Y ellos? —me preguntó Minho.

—Dijeron que comerían solos ellos tres en clase —me encogí de hombros—. No sé, tal vez haya pasado algo —agregué después al recordar el rostro horrorizado de Felix.

—Umm... Bueno, pues si no nos dicen nada no nos entrometeremos —dijo Bin.

—Sí —asentí.

El tiempo que quedaba del descanso, los tres hablamos mientras comíamos. Vamos, como siempre, pero se sentía vacío. Felix y sus amigos eran algo ruidosos y ahora el lugar estaba un poco más tranquilo, se sentía solo.

—Echo de menos la presencia de esos chicos —confesó Minho.

—Venga, eso lo dices por el de los cachetes redondos —ChangBin se burló. Yo solo me reí ante aquellas palabras llenas de verdad.

GIRASOLES [HYUNLIX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora