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El sol se asomaba por el este y los primeros rayos de sol atravesaron la ventana de la habitación de Felix, quien dormía pacíficamente en su cama, acurrucado y con la sábana tapándolo, dejando tan sólo un poco de su cabello a la vista.

El sueño del pecoso fue interrumpido por la alarma que a este mismo se le olvidó apagar el día anterior. La alarma lo despertó a las seis y media de la mañana, la hora a la que siempre se despertaba para prepararse e ir a la universidad.

Felix gruñó y apagó la alarma, decidiendo volver a cerrar los ojos y seguir durmiendo.

Por otro lado, Hyunjin estaba tumbado en su escritorio, destapado y respirando profundamente. Su habitación estaba hecha un desastre y su pijama, delantal y rostro estaban manchados con manchas de pintura. Varios pinceles descansaban dentro de un vaso verde con agua y los colores acrílicos en la paleta se habían secado. Miles de papeles y pañuelos estaban esparcidos por el suelo.

Los rayos de sol iluminaron los párpados del morocho, quien los apretó y se levantó tratando de ocultarse de esa luz. Se frotó suavemente los ojos con sus manos y bostezó mientras se estiraba. Miró a su alrededor, todo un completo desastre. Suspiró levantándose y quitándose el delantal para después ir hacia el baño.

Nada más salir se comió un pan para alimentarse un poco. Fue ordenando su cuarto mientras esperaba a que su café se hiciese. Recogió varios papeles y tiró el agua en el lavabo. Limpió los pinceles y los guardó en un estante, donde siempre los dejaba, dentro de uno de los miles de vasos para separar y clasificar cada uno de los materiales.

Al poco tiempo terminó de limpiar su cuarto y un pitido lo avisó de que el café estaba listo. Se enderezó y se dispuso a caminar hacia la puerta de su pieza, pero frenó al ver el cuadro que estaba pintando para un chico que lo confundía y le hacía feliz con tan sólo su presencia.

Felix había entrado al corazón de Hyunjin. Primer logro del pecoso, nunca antes lo consiguió. Sin embargo, él no lo sabía.

Ninguno de los dos lo sabía.

Miró el cuadro que pintó aquella noche, algo insatisfecho. No le había quedado como esperaba. Sí, todavía quedaban algunos retoques, pero ni miles de ellos arreglarían la insatisfacción del muchacho sobre aquel cuadro con un girasol.

¿Quizás debería hacer otro? No le iba a dar un cuadro que no le gustase, no le daría basura.

Dejó el cuadro en su lugar, yendo hacia su cocina, donde un café listo lo esperaba.

Su casa estaba en silencio. Hyunjin desayunaba solo, como todos los días. Miró hacia un punto perdido del salón y se sentó en el sofá, dejando su café en la mesa y agarrando su celular.

—¿Diga? —el de cabellos azabaches no pensó que respondería tan rápido, entonces valió la pena llamarlo.

—Buenos días, Felix.

—¿Hyunjin? Buenos días.

—¿Te desperté?

—No, qué va. Me había despertado hace un rato, quise volver a dormir, pero entonces tú me llamaste. De todos modos, ¿pasa algo?

—Lo siento, ¿no prefieres seguir durmiendo?

—No, no hace falta. Hablar contigo ya me quitó el sueño —Hyunjin sonrió ante aquellas palabras.

—¿Te apetece salir? —el más alto preguntó de la nada. Pudo escuchar cómo es que Felix se ahogaba con el líquido que estaba tomando. Pensó que sería agua ya que antes escuchó que el pecoso abrió una botella.

—¡Claro! ¿A dónde? —La persona del otro lado de la línea tosió para aclarar su garganta.

—Ahora mismo estoy desayunando, y realmente me estoy aburriendo. ¿Podemos ir hoy al lugar que me querías llevar?

GIRASOLES [HYUNLIX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora