ⅩⅥ

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Vació casi por completo su estómago después de haber vomitado todo lo que Minho le había preparado hace apenas dos horas.

Respiraba tembloroso apoyado en el inodoro. Se apoyó en la pared y se pasó la mano por la cara, su garganta ahora ardía y sentía un sabor muy raro. Asqueado, se levantó como pudo y se enjuagó la boca con agua.

Salió de ahí y se tiró con cuidado en su cama.

Qué asco doy.

Pensó el pecoso.

Que te den, Hyunjin.

Gruñó.

El chico respiraba con dificultad y sus ojos cansados se cerraban, tal vez debería dormir de nuevo. Se sentía mareado, su cabeza daba vueltas a lo loco.

[...]

Sus ojitos se abrieron lentamente, cansados. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Un día? ¿Unas horas? ¿O no había dormido?

Parecía que habían pasado años desde que había cerrado los ojos. Ese silencio se hizo una eternidad. Quiso levantarse, pues quiso comer algo. Puso un pie sobre el suelo, pero cayó cuando intentó poner su equilibrio en sus dos piernas.

Se quejó del dolor de la caída y se levantó con dificultad, impulsándose con sus débiles brazos. Por casualidad, su mirada se dirigió al espejo, mirando su pequeña y débil silueta.

—Has adelgazado, Felix —se dijo a sí mismo—. ¿Dejaste que Hyunjin te hiciera esto?

Sonrió.

—Claro, ha sido mi culpa.

[...]

Pasaron tres días más. Felix apenas comió nada al pasar de estos días. Se encontraba débil, se encontraba pequeño, se encontraba sin fuerzas, se encontraba como una mierda.

Ahora mismo se encontraba en su cama, lugar del que no se movió sólo para pillar algo de comer u otra cosa.

Oh, qué hacía con su vida...

Le dolía todo.

No tenía ganas de nada.

Se encontraba vacío.

Se veía inútil.

Era pequeño.

—¡Felix! —alguien gritó desde el otro lado de la puerta—. ¡Felix, soy Han! ¿Puedes abrirme la puerta? ¡Sé que estás ahí dentro!

El pecoso gruñó enfadado. Por qué tenían que interrumpir su paz.

Se levantó con muchísima dificultad y comenzó a caminar hacia la puerta. ¿Le iba a abrir a su amigo en ese estado? Cayó rendido por la fatiga, dejando a Han fuera, todavía esperando la respuesta del menor.

La respuesta fue aquel golpe sordo que escuchó al pegar su oído a la superficie de la madera. Después de ese sonido, no hubo más que silencio. Fue eso lo que hizo que se preocupara demasiado y golpeara la puerta como un demente.

—¡FELIX! —gritó—. ¡¡ABRE LA PUERTA!! ¡¿FELIX?!

El chico hizo mucho ruido, tanto que llamó la atención de los vecinos cercanos. Se asomaban por la puerta principal de sus apartamentos, observando cómo es que un chico peliazul con mejillas redondas golpeaba una puerta blanca.

Al rato llegó Minho con una bolsa de comida. Han iba a visitar primero al pecoso mientras que su novio iba a comprar comida. Tenían pensado comer junto con el rubio.

—¿Qué pasa, Han? —preguntó el mayor.

—¡Felix no abre la puerta! —aulló—. He escuchado el sonido de alguien cayéndose. ¡Felix se ha desmayado! ¡Por favor, Minho, derriba la puerta! —rogó casi llorando.

GIRASOLES [HYUNLIX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora