ⅩⅢ

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Los cuatro se encontraban rodeando la mesa baja, sentados en el suelo, encima de la alfombra. Felix se movía inquieto en su sitio, moviendo repetidamente la rodilla, haciendo que este rebotara en el lugar. Intentaba disimular un poco su nerviosismo, pues estaban todos sumidos en silencio, pensando en cómo comenzar la conversación.

El pecoso se levantó, teniendo como excusa el ir a la cocina y coger algunos aperitivos y bebidas para sus amigos.

Respiraba con dificultad al otro lado de la puerta, se escondía en el interior de la cocina tratando de calmarse, mirando cómo es que sus manos temblaban exageradamente. No quería preocuparlos, pues Felix sabía cómo llegarían a comportarse sus mejores amigos. A lo mejor Chan también reaccionaba igual, pero no le hará gracia cuando le cuente toda la verdad sobre Jeongin.

Salió de ahí después de un largo tiempo con dos bolsas de papas y latas de refresco, los demás lo esperaron, sabían que él necesitaba tiempo para hablar de lo que sabía.

—¿Y? —comenzó Seungmin—. ¿Ya estás listo para contárnoslo?

—Antes de empezar... —dijo el rubio—, ¿me prometéis que no os meteréis? Es decir, es un asunto mío y...

—Felix, sí —asintió el peliazul—. Si crees que puedes tú solo, está bien; pero por favor, si de verdad necesitas ayuda, solo llámanos, no será bueno para ti cargar con todo.

El mayor palpó su hombro, estaba sentado al lado suyo.

El menor respiró hondo y comenzó a explicar todo lo que había pasado la noche anterior. El día en el que plantaron un girasol juntos y Hyunjin lo rechazó en un atardecer hermoso. Quiso dejar el tema de Jeongin para el final. Los momentos y días en donde el pelirrosa había aparecido delante suya sin previo aviso y comenzaba a amenazarlo y atacarlo, haciendo que el odio hacia Hyunjin creciera cada vez más. Sin embargo, como siempre, algo en su interior todavía lo llamaba. Gritaba a súplicas volver con él y olvidar esa cobardía que el mayor no pudo superar.

Las reacciones indignadas y de preocupación se presentaron en los rostros de Seungmin y Han, pero la cara de Chan no había cambiado. ¿Acaso ya sabía todo y no se había sorprendido?

—No me lo puedo creer... —murmuró Chan con una mueca claramente confundida. Se notaba sarcasmo en su tono de voz— Pensaba que era un ángel... Él realmente me traía loco...

—Bang Chan... Cuánto lo siento —se disculpó Han.

—No es tu culpa —el mayor dijo con una sonrisa, restándole importancia sabiendo que su interior algo le estrujaba. Nunca había sentido nada parecido.

—No puede ser que Hyunjin te haya dejado por Jeongin, es decir, es un maldito cobarde —se quejó Seungmin. El castaño estaba tan molesto de que le hicieran eso a su mejor amigo, realmente quería levantarse del sitio e ir a la casa del mayor para darle una buena golpiza.

—Jeongin es el quien tiene la culpa —masculló Felix, miró a Chan—. Deberías romper con él.

El contrario no supo cómo reaccionar, tal vez Felix tenía razón. Estar con Jeongin solo lo perjudicaba.

Oh, cuánto se equivocaba.

Jeongin se acostaba con otros y estaba obsesionado con Hyunjin cuando el chico salía con Chan, le era infiel.

—Iré a hablar con Jeongin.

—¿Qué? ¿Ahora?

—Sí. Adiós, chicos —el mayor se levantó del sitio, dirigiéndose hacia la puerta principal y salir de la casa. Miró atrás, sonriendo cansado.

—¡Espera, Chan! —gritó Felix. El mencionado se giró sobre sus tobillos, miró a los ojos del chico que lo llamó, atento a sus próximas palabras—. Jeongin él... Él es peligroso. Chan, por favor, no vayas solo —rogó el pecoso.

GIRASOLES [HYUNLIX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora