Habían transcurrido los días y el sábado había llegado lo más rápido que podía. No había sabido de Bill últimamente, pero estaba segura de que él vendría a mí en cuánto se sintiera a gusto.
No podía juzgarlo, luego de que me confesó porqué lo había hecho, podía comprenderlo y entender las razones por las cuales había tomado una actitud tan impulsiva. Y aunque aquello no había sido gratificante para él, yo estaría con él para apoyarlo.
Decidí peinarme ese día. Normalmente mi cabello se rompía y caía. Mis puntas estaban totalmente abiertas y mi cabello se encontraba opaco. Pasé el peine con cuidado para que no me doliera, y comencé a desenredar, lo que parecía algo imposible. Me frustraba el hecho de no poder hacerlo de manera constante. Algo tan sencillo como aquello hacia que mis ánimos bajaran hasta los suelos, y comenzara a tener pensamientos negativos sobre mí.
Peiné mi cabello una y otra vez, hasta que sentí que mis brazos comenzaban a cansarse y mi cuero cabelludo dolía. Pude desenredarlo luego de varios intentos y me sentí más aliviada por ello.
Todo estaba completamente aburrido, y no había nada que mirar en la TV de la sala de estar. Así que, decidí ir a la cocina por un vaso de agua. Al entrar, me di cuenta de que mis padres se encontraban charlando con Lori alegremente, lo cual me hizo sentir totalmente extraña a ellos.
—Moira— Llamó mi madre con una sonrisa.
Sé que podía ser algo frívola muchas veces, porque así era ella, pero también debía admitir, que mi madre tenía momentos de felicidad y bondad, que nadie en el mundo podía borrar de mi memoria. Solo que muchas veces, yo no lograba esa faceta en ella.
—¿Mm?
—Siéntate, hija.
Su tono era distinto, había un chispa en ella y mi padre que podía distinguir desde muy lejos, y eso era felicidad pura.
Me senté entre mi madre y Lori, sintiéndome algo fuera de lugar.
—Debemos darte la noticia, ya que Lori ya lo sabe, y tu tambien debes saberlo. La familia Lawrence volvió a contratarnos para otras sesiones fotográficas para su empresa.
Mi estómago se revolvió al pensar en lo que sería verle nuevamente a esa horrenda mujer y en lo insufrible que sería otra reunión con ellos.
Pero lo cierto era que, mis padres trabajan con ellos desde algún tiempo atrás y eran buenos clientes. Así que, entre más trabajo, más ingresos para nuestro hogar.
—Y cabe recalcar, que tenemos una cena nuevamente con ellos para cerrar el trato como es debido, y acordar algunas cosas para las sesiones— Añadió mi padre con una sonrisa en su rostro, esperando que yo me sintiera igual de feliz que ellos.
Solo pude darles una pequeña sonrisa y asentir.
—Felicidades.
—Entonces, acordamos también ir en familia hoy a cenar junto a ellos. ¿Que les parece?— Mamá sonrió con ternura, esperando que nuestra respuesta fuera afirmativa.
—Estoy de acuerdo— Dijo Lori, seguramente recordando al joven Gin— Que buena idea la de ir a cenar, ¿a dónde iremos?
Yo bufe en cuanto ella preguntó. No podía creer que mi hermana menor se convirtiera en alguien desagradable en estos momentos.
—Hicieron una reservación en el restaurante Mainor's para las siete, así que ya sabes Moira— Mi padre me miró con excepción— Tienes que ir acorde a la velada. Es necesario que luzcas un poco más arreglada, o elegante.
—Pero esto es injusto, no hay nada más cómodo que unos jeans y una sudadera.
—Moira, tienes que usar vestido— Se atrevió a hablarme Lori, como si estar en familia quitara el hecho de que ella y yo no nos hablábamos por los momentos.
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El día que la luna bajó a la tierra ©
Teen FictionMoira Spellman es una chica completamente descolocada de todas sus emociones y sentimientos. Buscando alguna forma de desahogo y hundiéndose cada día más en su miseria, hasta que algo cambia en su historia. Ella recorre un viaje que hará cambiar tod...