POV'S MOIRA
Habían pasado varias semanas desde mi encuentro con Eros y sentía que todo para nosotros había cambiado. La escuela seguía igual de aburrida que siempre. Nuestro círculo de conocidos no podía ser más igual que todos los días. Pero Eros y yo habíamos creado un lazo que no cualquiera podría romper o cortar.
Las fotografías que habíamos tomado aquel día, junto a los recuerdos de todo lo vivido, me hacían creer que había algo más allá de lo que pudiese esconder su mirada. Quizás era mi imaginación la que jugaba a ser testigo de algo imposible, pero la confianza que tenía sobre ello me hacía creer cada vez más en mi fijación por Eros Sallow.
Mis notas no subían y todos los días me repetía a mi misma que mejoraría eso que tanto me costaba. Pero era difícil. Eventualmente le compraba al chico ese polvillo blanco que tanto hacía daño, pero a mí me hacía sentir bien. Mis nervios habían aumentado mucho más, y gracias a cada inhalada de cocaína podía sentirme como una nueva persona. Alguien llena de energía y diferente.
También, ocurría que podía sentirme enérgica, llena de vida y libre. Cómo también sentirme vacía, con mucho dolor en cada centímetro de mis huesos y mis ánimos más pesados de lo que eran. Mis ojeras comenzaron a hacerse más notables, y ésta vez, no eran aquellas grisáceas manchas que escondían desvelo. Se habían convertido en dos manchas rosaceas y redondas encima de mi párpado. Por alguna razón, eso me hacía lucir enferma, y mucho más porque ahora sentía mi nariz cada vez más susceptible a cualquier cosa, haciendo que me ardiera.
Quizás si era una alergia como tanto lo había llegado. Quizás si me estaba enfermando, y no era la droga lo que me producía esto.
De todas formas, seguía haciéndolo y cada vez con más frecuencia. Sabiendo que lo que hacía estaba mal, pero no sabiendo como cambiarlo.
¿Alguna vez han oído por ahí que las drogas en manos de adolescentes con problemas solo creaba más problemas? Bueno, no lo sentía así, pero quién era yo para hacer cambiar a las demás personas.
Cómo ahora. Me encontraba inhalando esa cosa un sábado por la noche junto a mí grupo de amigos de siempre, exceptuando a Bill, que estaba en una esquina vendiendo lo que tenía que vender. Yo trataba de no inmiscuirme con los problemas que tenía tan a fondo, porque yo sabía muy bien que él se sentía culpable por ello. Aunque de alguna forma trataba de ayudarlo en lo que pudiese.
—Mierda...— Susurré cuando sentí el ardor ansioso en mi nariz, y una sensación de hiperactividad.
Mi cabeza se echó hacia atrás como si yo no la manejara. Miente estaba llena de cosas que quería decir desde hacía mucho, y de cosas que nunca pude hacer.
Había recordado nuevamente aquellos ojos grises que tanto me habían quitado el sueño. Aquellos ojos sinceros que no paraban de mirarme con dulzura.
Habíamos salido un par de veces al mismo café donde cruzamos palabras por tercera vez desde que nos vimos. Nos reíamos con mucha frecuencia cuando estábamos juntos, y mucho más si era en el colegio.
Eros no me había platicado que tal habían reaccionado sus padres a su escapada conmigo, pero suponía que era porque no lo habían descubierto. Y eso me hacía sentir aliviada. Lo menos que quería era causarle problemas a Eros con sus padres, y más sabiendo que eran lo más importante para él.
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El día que la luna bajó a la tierra ©
Teen FictionMoira Spellman es una chica completamente descolocada de todas sus emociones y sentimientos. Buscando alguna forma de desahogo y hundiéndose cada día más en su miseria, hasta que algo cambia en su historia. Ella recorre un viaje que hará cambiar tod...