Capítulo 16: Raro

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Tomé una siesta de unas cuantas horas, luego de que Eros partió de mi casa. Me sentía cansada aún, pero había reparado mucho de lo que necesitaba reparar.

Me levanté de la cama y sentí mi cabeza pesar. No era muy extraño, pero tampoco agradable, así que lo mejor para mí era no prestarle tanta atención y esperar a estabilizarme. Observé que mi habitación estaba hecha un lío, y mucho más de lo que ya era. No era una habitación ordenada desde que era una niña, y siempre había sido así. Nunca tomé una buena actitud para aprender a doblar mi ropa, o colocar las cosas donde van, simplemente todo para mí era mucho más organizado en mi desorden, así yo sabía dónde colocaba cada cosa.

Recogí algunas cosas como ropa que se encontraba en el suelo, y la coloqué en una cesta- que se suponía que era para ropa sucia- que se encontraba alado de la ventana de mi habitación. Mientras hacía ésto, con toda la flojera del mundo, pude divisar unas figuras que discutían con euforia. Mantenían una conversación agitada, y yo como cual chismosa decidí dejar la luz de mi habitación apagada para ver con menos conflicto a aquellos que discutían.

Las personas se movieron más hacia una zona a la cual le llegaba la luz de una farola de la calle, alumbrando así sus rostros. Era Lori, mi hermana, la que discutía con otra persona como si nunca en su vida hubiese discutido. Estaba furiosa y parecía perder los estribos, mientras que la otra persona me dejaba aún más atónita.

Era Maya Shirley, estudiante del mismo grado de mi hermana y quién no compartía un mismo vínculo social. Me pareció tan ridículo y extraño el hecho de que Lori y ella hablaran, y mucho más el que discutan como cual amigas enfadadas. Aparte de que no entendía que hacía Maya a las afueras de nuestra casa. Ciertamente, esa chica era un poco extraña, y no era para juzgar, tenía cierto parecido a mí, pero yo no iba a dar mi brazo a torcer y quería ver que ocurría entre ambas.

Quizás Maya se metió o burló de Lori, y eso le afectó.

O también podría ser que la estuviese acosando, y yo aquí, en la ventana, viendo cómo a mi hermana la ataca una acosadora.

Tal vez, no. Tal vez solo habían tenido un pleito menor y yo solo era muy entrometida.

Pero fuese lo que llevase a esa pleito a ser, terminó por guiar a Maya a tomar a Lori por las muñecas y besarla con furor.

Me sentía impactada. No sabía cómo y cuánto reaccionar a ésto, y aúnas porque Lori recibió aquel beso como si lo anhelara desde hacía mucho. Me quedé absorta en mis pensamientos y con un brillo en los ojos que sabía que tenía. Estaba tan shockeada, que me fui a mi mesa de noche y saqué un cigarrillo junto a un encendedor. Y lo encendí. Luego regresé a la ventana y fumé mientras la escena corría en cámara lenta. Parecía toda una película frente a mí, y yo tenía un pase vip con las actrices.

Después de un rato un tanto incómodo para mi hermana y Maya, las dos se dijeron un par de cosas y lo último que pude ver era como Lori negaba algo por lo bajo. Maya se había ido un poco decepcionada y mi hermana entró dando un portazo que quizás se escuchó en las casas vecinas.

Dejé el cigarrillo en el borde de la ventana, para que no se apagara, y salí lo más rápido posible de la habitación. Me asomé por el borde de la escalera y escuché las zancadas de una Lori extremadamente molesta, y quizás también excitada.

—¡No quiero hablar ahora!— Gritó Lorean con fuerza a los que supuse habían sido mis padres.

—¿Por qué llegas tan alterada?— Preguntó mi madre con desesperación.

Lori subió las escaleras, mientras yo seguía ahí. Mi madre se asomó bajo éstas y sus ojos encontraron los míos, que pintaban burla por doquier.

—¿Tu sabes por qué llegó así?— Inquirió hacia mí, con cansancio.

El día que la luna bajó a la tierra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora