Todo el recorrido se la pasaron hablando sobre la posibilidad de contratos en un futuro con otras empresas más reconocidas. Yo me encontraba aburrida, tecleandole a Bill para ver si aun seguía lejos de la realidad o había decidido aparecer.
Él fue bueno (porque ya me encontraba preocupada), y me contestó, haciéndome sentir alivio por saber que estaba mejor.
Hellboy: Me extrañaste tanto que no podías dejar de pensar en mí?
Yo: Que mierda, idiota. Solo estaba levemente preocupada.
Hellboy: "levemente"
Yo: Como te sientes?
Luego de unos segundos, que parecieron eternos, Bill respondió mi mensaje.
Hellboy: Han habido días mejores
Sentí que no estaba del todo bien, pero lo comprendía en lo absoluto. ¿Quien lo estaría en su posición?
No seguí respondiendo los mensajes de Bill, pues ya habíamos aparcado en el restaurante en el que cenariamos junto a la familia Lawrence. Mi padre había permitido las llaves al ballet para que pudiera posicionar en un mejor sitio el auto, así que no nos preocupamos demasiado por ello.
Al entrar a Mainor's, las personas no se fijaban mucho en nosotros y se disponían a conversar esperando alguna reservación en la entrada. Mi padre, Fredrick, se acercó con gracia al mostrador donde una joven guapa indicaba las reservaciones de cada quién. Él no dudo en saludar amablemente y luego mencionar el apellido que se encontraba en la lista. A lo que la chica, con una sonrisa, nos pidió que la siguieramos.
Habíamos ido algunas veces a Mainor's, y sí que era un buen lugar para comer, pero no era nada mi estilo. No habían hamburguesas, y mucho menos pizza o algún tipo de comida chatarra. Era todo lo que alguien— De la sociedad alta— pagaría con regularidad la mayoría de los días.
El sitio era bonito, y los comensales no paraban de charlar a nuestros alrededores. La mesa que la joven nos indicó era un poco extensa y retirada de las demás, y eso la hacía perfecta. No me sentiría tan incómoda después de todo.
—Los señores Lawrence aún no han llegado, pero podemos ofrecerles cualquier cosa que ordenen— Dijo la señorita.
—Todos estamos bien. Muchas gracias— Respondió mi madre, quién lucía algo nerviosa.
La joven se retiró al saber que no querríamos nada por los momentos. Nosotros, por nuestra parte, solo pudimos esperar.
Mi madre no paraba de hablar junto a papá que, a diferencia de ella, se encontraba apacible, imperturbable. Él no perdía los estribos tan rápido y mucho menos tan fácil, solo alguien como yo podía causar eso en él, y de la peor manera.
Lori miraba hacia todos lados y no encontraba que hacer, por lo que pude deducir. Conocía a mi hermana, y sabía que estaba esperando a el hijo de los Lawrence para poder observarlo desde lejos. También sabía que era incómodo estar juntas en la misma mesa, hombro con hombro.
La única opción que tuve fue tomar mi celular y seguir hablando con Bill, mientras que mis padres no se dieran cuenta. Texteé un mensaje rápidamente y lo envié.
Yo: Has podido vender algo?
Tardó unos segundos, pero contestó al momento.
Hellboy: Vendí un poco, pero todavía tengo de sobra.
Yo: Vaya mierda.
Hellboy: Igualmente es sábado, tendremos que buscar en que fiesta colarnos para salir de eso lo antes posible.
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El día que la luna bajó a la tierra ©
Novela JuvenilMoira Spellman es una chica completamente descolocada de todas sus emociones y sentimientos. Buscando alguna forma de desahogo y hundiéndose cada día más en su miseria, hasta que algo cambia en su historia. Ella recorre un viaje que hará cambiar tod...