-Carl Grimes FanFiction
⁀➷ ❛Ophelia Dickinson; La Guerrera ❜
【 No Todo Es Para Siempre 】
╰┈➤ Espejos
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↳❝ No te aferres a con lo que no puedes. Mejor déjalo ir y empieza de nuevo. ❞
↳❝ Un espejo te refleja a ti misma. El alma no tiene espejos, per...
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Lo miré, era él. Dejó caer el plato de vidrio y este quebró al tocar el suelo. Por suerte ya no había comida dentro de él.
El vagabundo habló, pero en realidad no le puse mucha atención. Seguí observándolo, se veía mas viejo, y solo había pasado un año y medio. Un chiflido y una mano en mi cara me saco de mi trance.
El vagabundo me había chiflado y tronado los dedos en la cara para llamar mi atención. No soy un perro, imbécil. Mejor me guardé mi comentario.
—¿Que?¿acaso eres muda?— el vagabundo comenzó a imitar el lenguaje de señas, lo cual dijo muchas cosas sin sentido.
Comencé a usar el verdadero lenguaje de señas en el y parecía confundido.—¿Que dijo?— miró a su grupo, buscando respuesta.
—"Me arrepiento de no haberte matado cuando tuve la oportunidad."— sonreí forzadamente, dándole a entender que era cierto lo que Glenn decía. Caminé afuera del lugar y subí las escaleras. Vi a Carl y a la rubia en el primer cuarto. Parecían aburridos. Me asomé por el marco de la puerta, solo enseñando mi cabeza y mi mano.
—¡Ey!— ambos me voltearon a ver. —¿les gustan los cómics?— les sonreí divertida, a Carl se le iluminaron los ojos, lo cual supuse que le gustaban.—Ahí.— señalé en un estante vacío. Me miraron confundida y después al estante.— Atrás de ese estante hay muchos cómics, por si gustan leerlos.
El niño salió disparado y la chica lo ayudó a mover el estante. Me alejé de aquella habitación y caminé hasta la última. Agarré una flecha que había dejado a medias de terminar. Solo faltaba ponerle filo y plumas. Me senté en la cama y me dispuse a terminar lo que empecé.
Me relajaba hacer esto, solía hacerlo cuando estaba aburrida. No aprendí sola, un chico me enseñó. Theodore. Era tres años mayor que yo. Solía enseñarme cómo limpiar armas, y cómo crearlas. Y lo mejor de todo, también sabía Muay Thai y también me había enseñado el Capoeira. Solíamos entrenar juntos cada que teníamos oportunidad. Lo quería como un hermano, al el ser mayor que yo, el solía tratar de protegerme cada que el tenia oportunidad, pero también me enseñó a protegerme por mi propia cuenta.
Aquella vez creí que era una prueba imprevista por mi, no lo tomé tan en serio. Después de aquella noche no volvió nada a ser igual. No volví a ver su esponjoso y ondulado cabello negro en forma de hongo, ni sus ojos marrones. Odiaba recordar ese día, todo había sido mi culpa, y jamás me lo iba a perdonar. Lo peor de todo era que ni en mis propios sueños me podía escapar de aquella noche.
Una lagrima hizo camino por mi mejilla, y la limpié rápidamente al escuchar como alguien tocaba la puerta. Tragué saliva y traté de acomodar mi voz para que al hablar no se escuche entrecortada. Y logré mi objetivo.
