Capítulo Ⅻ

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Prométeme algo.

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Algo se enrolló en mi mano, no tuve las fuerzas para levantarme. Abrí los ojos y traté de hacerlo cuidadosamente para que los rayos del sol no provoquen un dolor de cabeza mayor.

-Lía.- escuché la voz del asiático, pero no me moví.

Me quede ahí acostada, ni siquiera recuerdo donde me encontraba, ¿era normal? Intenté levantarme de golpe, para no dudar, pero mi cuerpo no respondió. Sentí que algo se atoraba en mi garganta y el aire me faltaba. Tosí y vi sangre volar arriba mío, cerré los ojos y boca al sentir el líquido caer encima mío. Toso una vez más y este me ayudó a levantarme de golpe, me giré para escupir toda la sangre posible en el suelo, pero desgraciadamente no cayó ahí. Me limpié la boca con mi paño y observé al asiático remover la sangre de su cara.

-Lo siento.- mi garganta dolía horriblemente, como si alguien taladrara en ella.

-Está bien, te ayudaré a bajar de ahí.- me extendió sus brazos y me recargué en sus hombros, me agarró del torso y me ayudó a bajar. En el suelo volví a toser, caí de rodillas y escupí sangre, era demasiado el líquido que había caído al suelo. Glenn me ayudó a pararme y me llevo hasta su celda. Al estar ahí, me fue inevitable repetir la misma acción.

-¿Como enfermaste tan rápido?- negué con la cabeza y cubrí mi boca con el pañuelo. Una punzada apareció en mi palma y me quejé.-¿Que pasa?

Lo volteé a ver y le enseñé mi mano, abrió los ojos al verla, la miré yo también. No la había visto, estaba tan mareada que ni siquiera me había dispuesto a mirarla. La cortada era bastante profunda y la piel de adentro se veía fresca, todavía caían gotas de sangre. Limpié mi manos en mi pantalón, para este punto yo estaba llena de sangre por todos lados.

Parecía que alguien me había rociado con el líquido. El cuello de mi camisa estaba completamente bañado y las mangas de la camisa de Carl estaban llenas de este también. Mi pantalón tenía manchas a causa de las limpiezas de mi mano.

Me recargué en la pared y levanté la cabeza. Cerré los ojos y traté de respirar con profundidad por la nariz, hasta que un olor a hierro me hizo poner un dedo al principio de mis fosas nasales. Un líquido caliente caía de ellas. Más sangre.

¿No podía tener un descanso?

Volví a toser roncamente y como si tuviera flemas, pero en lugar de eso salió un coágulo de lo que ya estaba harta. Glenn puso un pañuelo en mi nariz y la apretó, quité su mano y me miró confundida.

-Ellos mueren porque la sangre tapa sus vías respiratorias, ¿no?- me asintió con la cabeza.- Será mejor dejarla salir.

Así fue, duré lo que parecí ser minutos, horas, en realidad no sabía. Pero mi nariz jamás dejó de sangrar y tosía lo más posible para que todo el líquido saliera de mi cuerpo.

𝐍𝐨 𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐄𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞- The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora