Capítulo 22

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La tierra húmeda se atoraba en las orillas de sus uñas, al igual que por debajo de estas. Prefería no pensar aquel último detalle que le estaba causando tanto dolor. Su estómago se retorcía, pero ella lo ignoraba.

Siguió excavando la tierra podrida del bosque. Sus manos rasparon, haciéndola quedarse quieta por unos segundos para después seguir. Los ojos de la chica se toparon con una caja azul. La sacó con cuidado de no romper su contenido. Su esperanza cayó al no sentir nada dentro de ella, volteó a ver el paquete y pudo observar en la portada lo que era.

Chocolate.

Lanzó el paquete al aire y continuó su búsqueda.

Una punzada hizo presencia en su dedo y al ardor se unió pocos segundos después. Alejó su mano inmediatamente y la revisó. Gotas de sangre salían sin control de su dedo y pudo fijarse cómo una uña se había despegado completamente de la carne. Ignoró por completo aquello al momento que algo brillante pegaba con su mirada. Agachó la cabeza y pudo notar entre la tierra como en un envoltorio brillante se reflejaba la luz solar. Metió sus manos nuevamente en la tierra y dejando por un lado el dolor quitó la tierra de encima de aquel envoltorio.

Sacó el envoltorio y lo identificó aquello como un chocolate del recién sacado paquete vacío. Una enorme sonrisa cruzó por su rostro al notar aquel envoltorio sellado completamente.

Escuchó movimiento por entre los árboles, aquello provocó que Lia se exaltara y guardará rápidamente el chocolate en algún bolso de su pantalón. Sin dificultad, sacó una daga de su cinturón y se puso alerta.

Sus músculos se tensaron pero estos volvieron a relajarse al ver que sólo era su amigo, éste le sonreía. Con cariño y preocupación en su rostro se acercó a ella.

Lia pudo notar sudor evidente en su rostro, causando que varios mechones de su cabello se peguen a los lados de su cara. Su sombrero yacía encima de su cabeza, como de costumbre.

- ¿Qué haces aquí? - El oji-azul preguntó. Ophelia guardó de nuevo su arma y se acercó a Carl.

Una sonrisa de boca cerrada apareció en el rostro de la rubia, causando una pequeña en el castaño.

-Buscaba algo que comer.- los ojos azules de la chica divagaron por el rostro de el chico enfrente suyo.

Carl admiró su rostro, viendo cada una de sus facciones.

Su pelo rubio se pegaba levemente detrás de su cuello. Gotas de sudor rodaban por sus mejillas rosadas, a causa del calor. Sus labios rojos estaban hinchados y algo abiertos. Su pequeña nariz se arrugaba levemente gracias a las caras que hacía por el sol.

Sus ojos.

Sus ojos azul transparente le recordaron al mar: Profundos como el océano, reflejando su alrededor y al igual que el mar, estos le provocaban una inmensa tranquilidad y paz.

En aquel momento supo que su lugar favorito sería el mar; por recordarle a aquellos ojos que el tanto amaba admirar.

Su mente se tornó completamente negra al momento que sintió una mano tocar su mejilla, apartando los mechones mojados de su cara y ponerlos junto al resto de su cabello. Pero el saber que se trataba de ella sintió que su corazón saldría de su pecho en aquel instante.

Levantó sus manos temblorosas y apartó las de Lia lejos de su cara. Agarró ambas manos entre las de el y las observó con delicadeza, acariciando cada centímetro de ésta con lentitud y atención. Sus suaves toques se detuvieron cuando sintió algo empapar la yema de sus dedos. Giró las manos de su la oji azul, poniendo su palma pegada a la de el y pasó su dedo pulgar con delicadeza por el dedo índice de ella.

𝐍𝐨 𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐄𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞- The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora