Capítulo XXI

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Se separó lentamente de los brazos de el asiático y se talló los ojos con pesadez. Al contacto le dolieron y ella decidió caminar alrededor por un rato.

—¿Puedo ir a caminar?

Glenn asintió con la cabeza y una media sonrisa.

—No te alejes tanto.

Apretó los labios en un intento de sonrisa. Se alejó y entró en el bosque para caminar entre los árboles.

Observó los enormes árboles que la rodeaban, inhalando el aire fresco que le daba a entender que no había riesgo.

Su mente entró en un trance, haciendo que su cuerpo caminara sin algún rumbo en específico. Sus pensamientos dieron con lo que había pasado estos años. Se derrumbó en el suelo, dejando que su espalda y cabeza se recarguen en un tronco. Dobló sus rodillas y recargó sus brazos en estas.

¿En que momento se fue todo a la mierda?

Esa fue la primera pregunta en su cabeza.

Era impresionante como su vida cambió de la noche para la mañana.

Recordaba como si fuera ayer la noche en la que estaba tocando la bateria con su padre. Sabia que el no podía escuchar, pero el le había enseñado a como sentir la música.

Se había colocado unos tapones especiales para los oídos. Y comenzó a tocar la batería sin algún ritmo en específico, a lo cual su padre negó con la cabeza y una sonrisa divertida cruzaba por su rostro.

—Así no se toca.— comenzó una conversación en lenguaje de señas el padre con su hija.

—¿Como se hace?— preguntó de la misma manera.

El hombre sonrió enternecido ante el interés que su hija demostraba por su curiosidad de niña.

Apartó las baquetas con cuidado de las manos de Ophelia, para después tocar la bateria con cuidado de no pegarle. La niña rápidamente comenzó a sentir las vibraciones que los platillos y tambores hacían.

Una sonrisa extendida apareció por su rostro al ver como su padre cerraba los ojos y disfrutaba de las vibraciones. Decidió imitar su acción y al momento que todo fue oscuridad, sintió unas ganas inmensas de balancear su cabeza levemente hacia los lados.

Sintió otra vibración aún más fuerte y abrió los ojos de golpe. Se topó con su hermano mayor en el marco de la puerta, ella le sonrió y esta le devolvió. El niño al ver a su padre tan tranquilo optó por preguntar con señas.

—¿Que hacen?

—Papá me enseña el como el siente la música.— el rubio ladeó la cabeza un tanto confundido.—¿quieres unirte?

Ambos sonrieron y el hermano mayor se sentó a su lado, el le sacó los tapones de sus oídos y se los puso. Ella frunció los labios y la nariz ante aquel gesto, causando una pequeña risa en su hermano. El le pasó una guitarra y ella la recibió con mucho gusto.

𝐍𝐨 𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐄𝐬 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞- The Walking DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora