Dulce luna brillaba en nuestro cielo
mientras nos arropábamos
con los mantos de nuestras voces perdidas
en un sin fin de relatos,
que se escribían en mi piel
con tinta indeleble.
Nuestros besos quedaban marcados
en las piedras bajo los zapatos
y los susurros se fundieron
en las estrellas parecidas
a aquella pintura de van Gogh
De la cual te hablé una vez.
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Novecientos noventa y nueve trozos (terminada)
RomanceNoches de insomnio le generaron a la escritora una mente tormentosa a punto de estallar, ¿Qué podía hacer? Se preguntó mirando un documento en blanco con la laptop sobre sus piernas, para luego llegar a la conclusión de que tenía que hacer lo que to...