Me encantaba la inocencia
en tu mirada; soñarte con los ojos
abiertos e imaginarme en la oscuridad
recostada en tu pecho.
Me encantaba mentirme, creer que estabas acá,
que realmente no era mi imaginación
aunque sabía a la perfección
que te encontrabas a kilómetros de mí.
La minoría de las veces te sentía cerca,
aunque realmente no era así, porque al estar
a tu lado no se sentía cálido,
porque al voltear a verte,
sencillamente y sin tanto rodeo,
no te hallaba.
ESTÁS LEYENDO
Novecientos noventa y nueve trozos (terminada)
RomanceNoches de insomnio le generaron a la escritora una mente tormentosa a punto de estallar, ¿Qué podía hacer? Se preguntó mirando un documento en blanco con la laptop sobre sus piernas, para luego llegar a la conclusión de que tenía que hacer lo que to...