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--Dios siempre nos guía por los senderos más oscuros, es nuestra luz y es el único en quien podemos encomendar nuestros miedos, el siempre nos sostendrá en su manto de amor-- 

Jeongin suspiraba mordiendo su labio mientras su mirada se encontraba pegada en Hyunjin, deseaba que ya terminara el servicio del padre Agustín para así poder irse con los Hwang, pues gracias a la insistencia de ambos jóvenes pudieran lograr convencer a Hyuna para que pidiera permiso a la señora Yang de que Jeongin pudiera acompañarlos a recoger a su padre al aeropuerto, no muy convencida la madre del menor acepto. 

Las cosas no estaban nada tranquilas en el pueblo y menos despues de que la relación entre Jisung y Minho se hiciera publica y que se diera a conocer la amistosa relación entre Mina y Chaeyoung. Gracias a eso la señora Lee dejo de asistir a la iglesia para ahorrarse la vergüenza, aunque lo más difícil era lidiar con las constantes discusiones entre su esposo y su hijo.

Ante el escandalo, le prohibieron a Jeongin acercarse tanto a Minho y Jisung como a Felix y Changbin, quienes fueron severamente criticados por herir a un joven sin razón aparente, lo peor para el menor fue que su madre estaba cada vez más insistente con forzar una relación entre él y Sana, tenia suficiente con los rumores en la escuela que citaban una supuesta relación entre Hyunjin y Momo.

Solo ellos sabían la verdad de su amor pero el precio de eso era adherirse a las habladurías de la gente.

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--Ya no soportaba ni un minuto más sin sentirte-- susurro Hyunjin cuando culmino con aquel apasionado beso mientras abrazaba a Jeongin, ambos sentados en el sofa.

--Ni yo, una semana sin esto me estaba matando-- respondió Jeongin tomando ambas manos de Hyunjin para poder besarlas, --No hemos siquiera podido hablar de lo que paso ese día...-- recordó 

--¿De que quieres hablar?-- pregunto Hyunjin con preocupación

--No lo se-- sonrió Jeongin, --De lo maravilloso que fue... tal vez de que quiero repetirlo-- confeso con una mirada juguetona 

Hyunjin correspondió su sonrisa, --Tambien lo deseo... pero necesitamos buscar el momento y con mi padre trabajando aquí lo veo algo complicado-- 

--¿Tu padre nos aceptaría?-- 

--Claro, le he hablado mucho de ti, quiere conocerte-- aseguro Hyunjin, --Aunque... no se realmente como presentarte ante él--

Aquello confundió a Jeongin, --¿De que hablas?-- 

--Nada, tranquilo-- corto Hyunjin acariciando la mejilla del menor con sutileza. La puerta de la casa fue abierta, ambos jóvenes se separaron poniéndose de pie.  --Papá-- sonrió Hyunjin corriendo para ir a los brazos de su padre quien lo acogio con afecto, Hyuna sonrió ante la escena.

Jeongin ajeno se quedo de pie en su sitio pensando un segundo en cuando fue la ultima vez que su padre lo abrazo de esa forma... no lo recuerda y una punzada de celos y tristeza se impregno en su pecho. Aun así sonrió porque sabia lo mucho que Hyunjin extrañaba a su padre. 

Cenaron los cuatro, Jeongin seguía sintiéndose ajeno pues la familia conversaba de muchas cosas con emoción, de cualquier manera se sentía cómodo, extrañamente cómodo pues tampoco recordaba una comida familiar tan vivaz. Sus padres comían en silencio siempre, Mireya siempre hablando de tonterías que a nadie realmente le importaban y él simplemente encerrado en su mundo mientras masticaba los desabridos alimentos.

Su mente viajo en ese preciso momento a cuando el tenia ocho años, Mireya y Chan que en ese entonces tenian 13 y 12 años, entraban corriendo a la casa, llenando el piso de tierra mientras su madre los llamaba para cenar. Su padre llegaba de trabajar repartiéndole a cada uno de sus hijos un costalito de tela lleno de huevos de chocolate, Chan siempre convencía a Jeongin para que le diera la mitad de los suyos. La mesa tenia un bello mantel de encaje blanco y sobre él su madre repartía los manteles más pequeños mientras Chan y Mireya pasaban los platos; su padre se sentaba en la cabeza de la mesa, todos tomaban sus lugares y se tomaban de las manos para que el pequeño Jeongin diera gracias a Dios por los alimentos. Recuerda aun el delicioso sabor del puré de papa en su boca, la carne perfectamente sazonada y las verduras cocidas con mantequilla; lo mejor era el pastel de fresa que su madre hacia de postre...

Tu cuerpo mi religión || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora