Capítulo 15

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Camino hasta ponerme al lado de ella, que está de pie un poco lejos de la gran fogata, mirando como el fuego consume el cuerpo de la chica desconocida.

–¿Sabes que era esa cosa?– aprieta los labios juntos pero no dice nada.

–No quiero especular. Hay muchas piezas sueltas que hay que poner en su lugar. Es preocupante– habla medio perdida en sus pensamientos.

–Quiero ayudar–

–No–

–¿Por qué?– me mira con esos ojos extraños llenos de conocimiento.

–Porque lo digo yo–

–¿Estás en primer grado?–

–No– no va a ceder, es implacable. Suspiro derrotada.

–Si necesitas mi ayuda, dímelo. No cargues con todo– me pasa un brazo sobre los hombros acercándome en un medio abrazo.

–Gracias por todo, amiga–

–¿Amiga?–

–Sí–

–Te considero más una mentora que amiga–

–Hace tiempo dejé que volaras fuera de mi ala. Haz llegado hasta aquí por tus propios esfuerzos– suena como una madre, de hecho, lo es. Tiene varios hijos biológicos, crió a Hugo, y quien sabe a cuantos más habrá ayudado a lo largo de su vida.

Nos quedamos en silencio hasta que el cielo comienza a aclararse.

–¿Puedo contarles todo?–

–¿Son de fiar?–

–Sí– no lo dudo, durante la noche me han demostrado su lealtad. Arriesgaron sus vidas por mí y yo puse mi vida en sus manos.

–Está bien–

Nos quedamos en silencio unos minutos.

–Shea– me mantengo en silencio, esperando a que hable –Tu mundo está a punto de cambiar–

–¿A qué te refieres?–

Me da una sonrisa misteriosa, prolongando el silencio.

–Lo sabrás muy pronto–

–Odio cuando te pones en modo misterioso, ¿no puedes solo, decírmelo?–

–No–

–Arrrrrg– un sonido frustrado sale por mi garganta mientras me quito su brazo de encima y camino a la casa.

–No desaproveches las oportunidades que te da la vida, Shea. El ayer es historia, el mañana es un misterio, y el hoy es un regalo–

He escuchado eso antes. Pero…

–¿Estás citando a la tortuga de Kong Fu Panda? ¿En serio?–

–El maestro Oogway dice cosas muy sabias– dice mientras me mira burlona.

–No sabía que te gustaban los animados hechos por humanos–

–Hay muchas cosas que no sabes de mí, Shea–

Esta mujer, hembra, criatura es…

–Estás loca–

–Tú si pareces loca, con esa cara pareces una bruja de esos cuentos para niños– llevo una mano a mis cejas por puro reflejo.

–No son tan exageradas– la miro con el ceño fruncido.

–Claro que no– me mira como compadeciéndose y se aleja caminando por la acera hasta que se pierde en las sombras.

La bruja de los sentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora