Quizás, esto fue una mala idea.
Es lo que pienso después de entrar al club y sentir el opresivo ambiente del interior, los cuerpos sudorosos moviéndose en la pista al ritmo de la música.
Aquí es donde suelen salir mis objetivos los fines de semana. Necesito tocarlos para ver las razones por las que están buscando la dichosa biblioteca y determinar si deben ser eliminados o si existe una amenaza mayor.
Mientras me muevo hasta la barra algunas miradas me siguen. No es falta de humildad, es que soy una mujer atractiva. Mi pelo rojo y ojos marrones almendrados llaman la atención, aunque lo más llamativo es mi cuerpo.
En la actualidad, las mujeres delgadas están de moda. Yo nací a finales del siglo 18 y en aquellos tiempos las mujeres curvilíneas éramos la moda imperante. Tengo un montón de curvas, amplias caderas y unos pechos grandes. Mi atuendo resalta aún más mis encantos, un pantalón alto, botas negras de tacón bajo y una camiseta de mangas hasta el codo y un amplio escote, junto con maquillaje natural y un pequeño bolso.
Pido un mojito y muevo las caderas al ritmo de la música. Un par de hombres se me acercan y los espanto.
El camarero me sirve la bebida mientras me mira fijamente el escote y no necesito leer su mente para saber que está pensando. Los jóvenes de hoy en día solo piensan en sexo.
Después de pagar voy al segundo piso, que está menos congestionado y puedo observar todo el lugar. Cierro los ojos y expando mis sentidos. No siento nada de magia, así que esos dos no han llegado.
Quizás no vengan hoy, da igual. Me divertiré esta noche, luego pensaré que hacer.
Suena una canción de Charlotte Cardin que se llama Meaningless, y mi cuerpo se mueve al ritmo de la música. Amo esa canción.
Me termino el trago mientras bailo y un par de canciones después me entra sed de nuevo. Bajo hasta la barra y un par de tragos después ya siento el calorcito que induce el consumo de alcohol. Bailo con desconocidos y desconocidas, me subo en la barra junto a otras dos chicas y bailamos sensualmente haciendo babear a todos los hombres que nos observan.
Al bajarme de la barra necesito un descanso, hace tiempo que no hago ningún tipo de actividad física, los muslos me arden y el sudor me humedece la piel.
Mientras me bebo una botella de agua noto a una pareja que discute a mi lado. No escucho bien sus palabras, pero el chico la está dejando y ella no quiere dejarlo ir.
Al parecer ella es muy controladora y él no quiere continuar su relación con ella. La chica da un poco de miedo, con su ropa gótica, maquillaje totalmente negro y los piercings en su nariz, labio y ceja. Comparado con ella, él se ve bastante común, vestido con un simple pantalón negro y una camiseta blanca sobre su cuerpo delgado hacen notar su sencillez. Ella nota la atención que les presto y me habla con tono agresivo.
–¿Y tú que miras?– el chico repara en mí y no puedo evitar darle una sonrisa tranquilizadora a su semblante nervioso. Mi acción provoca que la chica se ponga como un tren de mercancía en dirección a mí –Oye, no deberías mirar lo que tiene dueña– el chico la sujeta para que no se acerque demasiado.
–Según lo que he escuchado, él ya no es nada tuyo, ¿es así, hermoso?– le pregunto al chico, que me mira ligeramente sorprendido a través de unas gruesas gafas. Asiente un poco nervioso y ella, enfadada y dolida me mira con resentimiento y se va echando humo.
El chico se encorva y parece que quiere hundir la cabeza en la tierra y desaparecer. Me mira con las mejillas sonrojadas y una pequeña sonrisa.
–Gracias. B puede ser abrumadora– suspira y apoya la frente contra la barra.
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La bruja de los sentidos
FantasiSi te dijera que existe un mundo diferente al que estás acostumbrado, ¿lo creerías? ¿Creerías que hay cosas que tus ojos no ven, pero están ahí? Probablemente me llamaras loca, pero yo soy una pieza de ese mundo que existe detrás del velo de la ruti...