Recreando heridas

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Advertencia este capítulo contiene escenas de tortura.

Una canción pegadiza, con letra cursi y pasos movidos, sonaba en una habitación subterránea de la casa del humano, después de pasar un par de días en la mansión de su abuelo debían seguir con sus pasatiempos y más por los obsequios de su pareja

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Una canción pegadiza, con letra cursi y pasos movidos, sonaba en una habitación subterránea de la casa del humano, después de pasar un par de días en la mansión de su abuelo debían seguir con sus pasatiempos y más por los obsequios de su pareja.

El demonio que ya había recuperado su forma adulta estaba temblando, amarrado a una silla, viendo como aquel joven de cabello azul marino cantaba una canción en un idioma que no conocía, sus alas estaban estiradas y perforadas con lo que identifico como aros de metal, correas y maquinaria, entre su agonía no pudo descifrar que clase de aparato de tortura era.

—Sí, yo quería ser esa mujer. —Fingió un tono de voz más agudo para cantar la canción. —La madre de tus hijos.. ~ —Acercó una mesa con diverso instrumental quirúrgico, modificado para que sea eficaz a la piel de los demonios.

El chico trataba de ver mejor el entorno, escuchaba esa canción, veía la habitación con muchos frascos, ropa, armas, decoraciones, lo mas cercano para que funcione como arma era la mesa con aquellos cuchillos pequeños, pero el que tiene en frente no era un idiota, sus manos estaban fuertemente amarradas con alguna cosa que le quemaba su piel si se movía.
—¿P-Porque mis alas están descubiertas?

Iruma no contestó, seguía cantando la canción que estaba a todo volumen, camino un poco más por la habitación dándole la espalda a su víctima, cambió sus ropas a unas más desechables, no puede dejar evidencia, cada que termina debe quemarla.

—¿Porque las raíces de mis alas están descubiertas? —Preguntó de nuevo, lo único que sintió fue un golpe fuerte en su espalda, en la raíz donde nacen las alas, gritó y se movio lo que causó más sufrimiento pues las cadenas le quemaron sus brazos.

—Deja de preguntar tanto, será peor para ti. —Le dio esa abvertencia para seguir con lo suyo.

Se puso unos guantes y terminó de ponerse la bata quirúrgica pero como lo que haría no era una operación para salvar la vida de alguien o un buen acto de fé, tomó un libro sobre la anatomía demoníaca, lo leyó y se sentó en una silla con ruedas, leía con especial cuidado la página donde enseñaba las articulaciones y músculos de la raiz de las alas, con su magia acercó un cuaderno de un estante y floto hacia el, de este sobresalía papeles coloridos de diversas notas y alguna que otra fotografía.
—Veamos... —Puso una página en blanco y con un lapicero empezó a escribir el procedimiento de esta vez.

La angustia aumentaba aún más, la víctima reconoció al que tenía en frente, el nieto del candidato principal a rey demonio, rápido se percató que la cago en grande, lo último que recuerda es salir con sus amigos y hablar pestes sobre ese chico y ahora ahí está frente suyo, leyendo y cantando como si estuviera tomando el té y el amarrado a una silla y con sus alas lastimadas.

—¿Porque estoy aquí?

Iruma alzó la mirada, ¿como puede ignorar la llamada de la curiosidad? Sonrió y sus ojos de colores combinados brillaron un poco, se acomodo más en la silla, girandola levemente a la izquierda.
—Bueno... Estas aquí porque debes estar aquí, pero no te preocupes, no durará mucho, veras que pronto te vas a ir.

Profesor Iruma-KunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora