Se fuerte amo

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Aún con la insistencia de su joven amo por el médico que aseguró era Kirio disfrazado, no encontró nada, el mismo mayordomo se encargo de revisarlo y fue un resultado poco positivo.
Después de una horas viendo como el jovencito se retorcía con una camisa de fuerza en la habitación, al fin le dieron el último médicamento para quitar ese estado frenético y retirar el hechizo, su amo el señor Sullivan se alivio mucho, pero el sirviente no.

No le gusta ver al joven así, le recordó cuando estaba en la secundaria y regreso de ese confinamiento de los Six Fingers, estaba igual de alterado, gritando todo el tiempo que lo suelten y poder salir.

Acarició su cabello rojo para iniciar su día viéndose decente, tomó su uniforme limpio anteriormente planchado una noche antes, además del baño en su cuerpo para estar por completo despierto, siendo la imagen de sus dos amos debe verse perfecto, para dar una excelente primera impresión, cuando termino de realizar su cambio de atuendo enlisto de forma mental  una serie de tareas matutinas.

1. Limpiar la oficina.
2. Hacer el desayuno.
3. Lavar los platos.

Esas son las más urgentes, aunque siempre lava los platos después de las comidas, el día anterior no se realizó al estar en el hospital por mucho tiempo así que se a acomulado y no puede permitir más semajante cosa, la limpieza de la mansión lo hace cuando Sullivan e Iruma no están, pero en estos días no será así.
Por los médicamentos es posible que su joven amo tenga un poco dañado el estómago, así que mientras terminaba de darse el baño seguía en su mente sus ideas para cumplir con su trabajo.

Seco su cabello y escuchó un crujir, movió sus orejas de forma involuntaria, al tanto del ruido, puede ser que nada más alguien se levante al baño pero el crujir siguió, un tanto preocupado por el ruido, dejo el secado de cabello para priorizar salir de su alcoba y seguir el ruido que hace eco por los pasillos de la mansión.

Terminó escuchandose en el cuarto de Iruma, estuvo todo el día encerrado, no le sorprende pensar que se durmió temprano y se levantó a estas horas, a las cinco de la mañana, que apenas saldrá el sol. Tocó la puerta, dos pequeños toques y después de eso, quito el hechizo en la puerta para así abrirla.

Lo primero que vio fue a ese niño llorando, débil y que parece más lastimado, la tormenta lo asustó, desde que llego del mundo humano no parecía tener miedo a los ruidos fuertes pero desde que fue rescatado, se a visto comportamientos de esa clase. Iruma temblaba al verlo y sus lágrimas mojaron su pijama manchada de sangre, se rasguño el rostro sin querer y como sus manos están igual de delicadas por el maltrato, sangró y mancho su playera.

—¡No entres!

—No debiste entrar, Opera. —Dijo de forma calma Iruma.

El mayordomo salió de su trance, fue un deja vú, al contrario de cuando su pequeño amo era joven, ahora en su adultez no estaba reflejando ese miedo cuando Opera entra a su habitación para ver como se encuentra, él chico solo tenia una mirada de brillo en sus ojos, reflejado por la poca luz que otorga la luna demoníaca.

"Cambio demasiado"

Ese pensamiento fue más porque no se mantuvo errático como cuando niño, movió sus orejas un tanto húmedas por el secado incompleto.

—Era para ver como se encuentra, quizás mi amo tuvo una pesadilla.

A veces su joven amo las tiene, como cuando el azul la tuvo el día que durmió en la casa de Balam y debió dormir con él en su nido, pero esa es una información que él mayordomo gatuno no conoce, esa noche tuvo una pesadilla, no le agrado tanto a Iruma pero fue lo suficiente fuerte como para no dejarlo dormir y lo tenga caminando en la habitación.

Profesor Iruma-KunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora