las cartas que nunca envié.

Carta #3: ansiedad.

Quedó hecho trizas, hecho pedazos.
Mi yo separado en estratos quedó.
La tersa piel clara que alguna vez llegué a presumir es ahora lienzo en museos desolados.
Mi rostro, aquel que solían admirar, se quedó sin fans.
La sonrisa entorpecedora que muchos llegaron a amar, muecas de tristeza es ya.
El corazón tan bondadoso que a muchos cobijaba, se volvió un objeto de uso público sin más.

Tambaleo, nadie me abraza.
Camino en senderos de desesperanza.
Mi alabanza, pactada con la oscuridad.
Mi vida, sin ningún sentido ya.

Tirito, no hay abrigo ni hogar.
Mis murmullos de súplica sin escuchar.
Latidos arrítmicos, que más da
Tal vez debo dejarme caer y ya...

Mi alma ya no está.
Mi espíritu tan fugaz
Desapareció en el aullar
Aclamé, rogué y supliqué
Lloré, peleé y forcejeé
Mis manos con sangre
Mis ojos empapados
Me falta el aliento
Siento que fallezco

El sonar de la campana que retumba en mi cabeza
Mis gritos asfixiados por la camisa de fuerza a la que estoy atado
No puedo correr, me siento preso, un esclavo
Como clavo incrustado, quemándome la piel.

Necesito salir.
Necesito vivir.
Quiero respirar.
Quiero escapar.
¡Ayuda!
¡Ayúdenme ya!