las cartas que nunca envié.

Carta #18: pecador.

Esta es la historia de un niño, un chico, un adulto
Buscaba perdón, así que, caminó por un largo camino desolado
Guiado por ecos de voces resonando a su alrededor,
Que decían "no eres capaz de nada"
"Debes rendirte ahora"
"No te duele, es solo un capricho"
Pero, aún así, siguió avanzando.
A pesar de aquellas voces resonantes,
Mantuvo la esperanza en que algún día encontraría algo que sea real, y no algo que simplemente quede en palabras y deshechos.

Pagó por cada uno de sus pecados:
Por su avaricia, aceptó caminar descalzo sobre piedras con puntas de clavo;
Por su gula, decidió mantener su mente en blanco a la espera de ser manipulado;
Por su lujuria, aceptó andar con los ojos vendados y sus manos atadas a su espalda;
Por su pereza, no refutó en qué su destino sea infinito y sin descanso;
Por su envidia, dió todo lo que alguna vez significó tanto para él;
Por su orgullo, aceptó ser denigrado y postrarse de rodillas en el barro;
Y por su ira, no evitó las piedras que otros aventaban contra él.

Pensó que ya había calmado su alma y salvado su espíritu,
Pues su cuerpo había pagado todo el daño que alguna vez causó con sus palabras y acciones...
Esperando reclamar el valor que perdió y sus ideales de vuelta.

La historia de un niño, un chico, un adulto que alguna vez cometió los 7 pecados capitales,
Bañó su cuerpo lágrimas misericordiosas,
Lavó su alma en vino de esperanza y su espíritu sumergió en el océano de la pureza,
Con la esperanza de que algún día pudiera conseguir su dignidad de vuelta,
Porque sabe bien que, si no hubiera cometido los errores que cometió en sus días pasados,
Jamás hubiera llegado de una manera tan escandalosamente abrupta y melodramática por mera casualidad a donde está ahora.