18. Verdades

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La salida al patinaje del estilo de los 80 sólo fue el comienzo.

Archer solía encontrarse conmigo a diario. A veces venía a mi habitación, otras íbamos a mi cafetería favorita o al Starbucks para estudiar y molestar a Leah. Incluso JP se nos unía en las tardes.

Y hoy salimos a correr juntos. Me había quejado de que, desde que volvió, apenas salía a correr. Así que nos hizo un horario. Él también tenía que correr, lo necesitaba para su rodilla.

Archer me manda un mensaje diciendo que está abajo esperándome. Termino de atarme los cordones de mis zapatillas deportivas y salgo a su encuentro. Leah seguía durmiendo así que procuré hacer el menor ruido posible.

En los últimos tramos de escaleras, me sorprendo ver a Archer con Stacey, una chica de Ciencias que estaba a dos puertas de la nuestra. Me agradaba, pero ahora que estaba coqueteando con Archer....

No, no estoy celosa.

Stacey le aprieta el brazo antes de marcharse. Un toque demasiado amistoso.

—¿Esa era Stacey? —pregunto, aunque ya lo sabía.

Archer se da la vuelta sorprendido. Pero luego me sonríe.

—¿Su nombre es Stacey?

—¿Qué era lo que te decía?

Me arrepiento al instante de decir eso último. Él lo notaría —los celos que quiero negar— y me daría una sonrisa burlona.

Pero no lo hace.

—Me preguntó si buscaba a alguien. Ya sabes, es muy temprano. Dijo algo como que todas duermen o algo así.

Enarco una ceja, procurando actuar normal. En serio, me estaba odiando por los celos. Que salgamos un par de veces como amigos no era para ponerse celosa. Uf.

—Le dije que vine a buscar a una amiga —termina diciendo.

Ahí está. Somos amigos. No debo ponerme celosa. Tampoco debería sentir que mi corazón se desinfla ante la mención de que soy su amiga.

—Y...

—No importa. Salgamos a correr —lo dejo atrás y salgo hacia el exterior. Me encantaba la brisa de la mañana: fresca y fría. Y con un olor puro que ya, puede que sea la humedad, pero me gustaba como olía por las mañanas. Todo era muy diferente a esta hora. Todo se sentía muy diferente.

—¿Qué sucede? —Archer me alcanza.

—Nada. ¿Por qué?

—¿Estás enojada? ¿Dije algo? Si fue así me disculpo —se rasca la nuca—. Aunque me gustaría saber por qué.

Y entonces me detengo. Lo miro y veo su expresión preocupada. Suspiro.

—No es nada, en serio. Vamos a correr.

No me cree. Tampoco insiste.

. . .

Paramos en un parque que, a esta hora de la mañana, estaba desierto.

Habíamos corrido a la par y en silencio. En ningún momento alguien se quedó atrás. Y como estaba muerta de sed nos detuvimos en el parque, junto al dispensador de agua pública.

Me seco la boca con el dorso de la mano y suelto una gran bocanada de aire. Había sido una buena corrida.

Unas colegialas pasan por nuestro lado sin quitarle ojo a Archer. Frunzo el ceño.

—¿En serio no quieres hablar de ello? —me pregunta.

—¿Sobre qué?

—Algo te pasa. Y necesito saberlo, porque sea lo que sea que haya hecho, quiero arreglarlo. No quiero que tengamos problemas, Lisa —afligido, se pasa una mano por el pelo. En ningún momento quita sus ojos de los míos. Me encantaba como se veían a esta hora, resplandecientes por la luz del sol—. Me importas. Siempre lo has hecho y antes no lo demostraba, pero ahora sí. Así que, si he hecho algo que te molestó, por favor dímelo. No podré hacerlo sabiendo que la cagué. De nuevo.

Nosotros, siempre (SIEMPRE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora