13. Equipo Dinamita

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—Repítemelo.

—Ahora eres la mejor amiga de Jean Philippe.

Leah se vuelve a lanzar de espaldas sobre su cama.

—Creí que había sido un sueño —dice, con una voz quejosa por la resaca.

Se queda mirando a Jean Philippe quien estaba en mi cama. Anoche habíamos llegado tan exhaustos que no vi la fuerza suficiente como para llevarlo a su residencia. Por lo que lo trajimos hasta acá. Apenas lo dejé en mi cama él se queda rendido. Leah y yo compartimos su cama.

Jean Philippe se remueve. Las dos nos quedamos esperando por si despierta, pero no. Suelta un resoplido y sigue durmiendo.

—Las veces que pensé que lo tendría en mi cama no me lo imaginaba así —digo.

—Pero ya no lo quieres en tu cama de ese modo, ¿cierto?

Suspiro hondo, anhelando los recuerdos de nuestra corta, pero encantadora, relación.

—No.

Leah asiente. Hago una mueca cuando se queja y se pone ambas manos sobre su cabeza. Le tiendo la aspirina que había puesto en su mesita de noche y la botella de agua que había sacado de nuestra mini nevera. Leah se lo traga al instante.

Diez minutos después, nos quedamos quieta mirando el cuerpo de Jean Philippe cuando éste comienza a quejarse y retorcerse sobre la colcha. Nos mira. O eso creo. Apenas podía abrir sus ojos. Se lleva una mano a la cabeza, soltando un gimoteo lastimoso.

—Bienvenido a las resacas de las mañanas —le digo—. Donde de noche te diviertes, pero cuando despiertas no.

—No volveré a tomar —se cubre con la almohada.

—Oh, eso lo decimos todo el tiempo —responde Leah—. Espérate a la próxima.

Sacude la cabeza volviendo a dejar la almohada de lado. Le tiendo el agua y la aspirina. Se queda mirando mi mano por un buen rato antes de tomarla.

—¿Qué pasó anoche?

Leah me mira con una expresión que dice «no lo digas».

Lo digo.

—Ahora eres el mejor amigo de Leah.

Jean Philippe arruga la frente escudriñando a mi amiga.

—Ah, ¿sí?

—No —le responde ésta al instante.

Le cuento todo lo que sucedió anoche. Las risas, los bailes, los comentarios. Todo. Ambos se me quedan mirando con la boca abierta.

—Carajo —Leah se lleva una mano a la frente—. Solo me acuerdo de que vimos a Archer, a Alan con una maldita Barbie y que bebimos unos buenos tragos.

—Sex on the Beach —respondo.

—Mierda —Jean Philippe intenta incorporarse. Nunca lo había visto tan desaliñado. Su cabello estaba hacia todas partes, su ropa toda arrugada, tenía los ojos hinchados por el sueño y una expresión cansina—. ¿Por qué me miran así?

Leah y yo intercambiamos miradas.

—Caray —dice ella—, acabas de decir mierda. Enhorabuena, oficialmente ya me caes bien.

—Lo que equivale a algo grande, pues Leah no se lo dice a cualquiera —comento.

Jean Philippe nos mira una a una con la boca entreabierta.

—¿Sigo dormido?

—No —respondo.

—¿Sigo borracho?

Nosotros, siempre (SIEMPRE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora