Unos meses después

192 8 2
                                    

—Guau.

—Lo sé.

—Es que... —sacudo la cabeza—. Guau.

—Toma —Archer me entrega su celular—. Necesito una foto con Marilyn Monroe versión hombre.

Estábamos en pleno Times Square donde había todo tipo de tiendas, muchas publicidades y gente disfrazada de todo tipo.

Archer le hace una seña al hombre disfrazado de Marilyn Monroe y luego ambos fingen que el aire les abre las faldas.

—Me estoy arrepintiendo de haberles regalado los boletos —me dice Paris.

—Yo no he hecho nada —me defiendo.

—Has chillado al entrar a la tienda de M&M.

—Sabes que me encantan los chocolates.

Paris nos había regalado dos boletos de ida y vuelta para ir a visitarla a Nueva York. Unos meses después, henos aquí.

—Además —añado, mirando a Archer—, ya ha estado aquí antes.

—Sí, pero nunca estuvo así. Cuando llegó ni siquiera estaba emocionado.

Entonces, ambas vemos como agradece a Marilyn Monroe y se dirige a nosotras con una sonrisa radiante. Tan así que se me pega y no puedo evitar agarrarlo de los hombros para darle un beso.

Paris finge una arcada.

Me separo de los labios de mi novio hiperventilada ante una idea.

Me giro hacia Paris, emocionada y agitando mis brazos. Le señalo la gran pantalla arriba de nosotros.

Paris me sonríe.

—¿Hamilton?

—Hamilton —confirmo—. Un teatro. Broadway. Y quedan entradas —emocionada, muevo el brazo de Archer energéticamente.

—¿Me quieren llevar a un musical? —Se queja él.

—Sí.

Archer mira con una súplica a Paris.

—Sí, definitivamente sí. No la he visto en vivo.

Festejo. Lo bueno de Nueva York es que nadie te mira raro, porque en sí ya era raro Nueva York.

Archer mira hacia el cielo pidiendo piedad cuando Paris nos dice que compró las entradas por internet.

—Eso te pasa por ser mi novio —le lanzo la lengua.

—Pero si me encanta ser tu novio —me atrae hacia él rodeándome con su brazo para luego besarme la coronilla—. Sabes, no me importa ir a ese musical con tal de ver tu sonrisa.

Nos sonreímos tanto que Paris se queja cuando le digo que nos saque una foto besándonos.

—Solo extraña a Jake —me susurra Archer.

—Definitivamente sí.

—Oigan, que estoy justo aquí.

Ambos nos reímos y ponemos a Paris en medio de los dos para que deje de molestarnos. Se lo decimos. Ella pone los ojos en blanco, pero rápidamente entrelaza cada brazo con el suyo.

Y así pasamos unos días. Llenos de risas, discusiones inútiles, besos y amor.

Amor.

Amor.

Amor.

¡Ay! Qué bonito es el amor. 


Nosotros, siempre (SIEMPRE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora