Capítulo 2

338 24 0
                                    

Minho llevaba días dándole vueltas a la cabeza, pensando en el chico castaño que no paraba de mirarlos. Quería autoconvencerse de que no pasaba nada, mientras otra voz en su cabeza sugería que era peligroso y, a la vez, un Minho pequeño comiendo helado le decía que era un paranoico y que se relajara. Esa era una tarea harto complicada para un hombre que vivía en constante tensión por faltarle horas al día. Envidiaba a sus compañeros y lo poco que les importaba aquello.

Cada tarde, se despedía de ellos para ir a la academia a la que no se podía permitir el lujo de faltar, aunque tampoco es que quisiera. Cumplía dos semanas yendo, pero ya sentía como si conociera cada uno de los rincones del lugar. 

El color de las paredes se le hacía acogedor, el olor a plástico ya era un aroma familiar, la recepcionista siempre respondiendo llamadas le saludaba con una sonrisa y los compañeros le habían acogido como si siempre hubiera sido uno de ellos. Era extrañamente reconfortante y, a la vez, distante.

Era muy diferente del lugar al que iba en su barrio de Gimpo. Allí apenas eran quince alumnos, las instalaciones eran mucho más pequeñas y la profesora que les guiaba también se encargaba de todas las demás clases, no era solo especialista en baile. Aun así, era como su segundo hogar. Había pasado tantos años allí siendo de los mayores que se había acostumbrado a tener una actitud líder y responsable. La cual cosa no pasó desapercibida por sus nuevos maestros. 

Le hicieron llamar en mitad de clase. Minho estaba asustado y bastante preocupado, consiguió matricularse allí gracias a una beca que ganó en un concurso para el que se preparó durante meses. ¿Habría algún problema con ello? ¿Había algo que la beca no cubría? ¿Tendría que marcharse? El sudor que empapaba su cuerpo por el entrenamiento le provocaba escalofríos.

—Hemos estado pensándolo y queríamos presentarte a Chan. 

El más joven frunció el ceño, confuso. Allí en el pasillo, uno de los maestros, Minho y ese tal Chan se saludaban.

—Es el productor que se encarga de crear y adaptar la música para las grabaciones, los entrenamientos y exhibiciones. Cuando ofrecimos una plaza en la academia como premio para el concurso nacional, buscábamos a alguien como tú.

Estaba claro, era la academia más popular de todo Seúl, podría decir incluso del país, era obvio que tendrían todo un equipo profesional detrás. Se sentía estúpido por haberse sorprendido. En su experiencia, la única producción que había visto era la de buscar vídeos en youtube y descargar la música en alguna web online con miles de virus para luego mezclarla en otro programa de dudosa procedencia. 

Sonrió avergonzado. Todo el miedo se había ido, ahora solo podía sentir orgullo de estar allí mientras sus orejas se volvían calientes y sonrojadas.

—Me han comentado algunos de los profesores que llevas muchos años bailando, más incluso que algunos de nuestros veteranos, y nos gustaría que te pasaras alguna vez por las reuniones.

Agarró por los hombros al joven productor.

—Y también a charlar con Chan. Todos los consejos de gente trabajadora son bienvenidos. Una academia como esta no llega tan lejos sin aceptar todas las ideas que nos ofrecen.

Esa cara nueva asintió con una sonrisa de hoyuelos pronunciados. Su postura delataba las horas que pasaba delante del ordenador trabajando, sin embargo la ancha camiseta negra sin mangas dejaba entrever un porte fuerte de espalda ancha que asomaba brazos bien entrenados. Era delgado y no muy alto, pero incluso con una mirada de soslayo se notaba la confianza en sí mismo y un aura imponente. Minho se planteó si él también bailaba o solamente producía.

—Os dejaré solos un rato para que os conozcáis.

El hombre ataviado con ropa de deporte se marchó de vuelta a la sala donde daría su siguiente clase, no sin antes señalar al pasillo donde había los despachos y salas de reuniones como una indicación de que fueran hacia allá. En esas semanas le había dado tiempo a ver lo realmente grande que era el lugar pero nunca había tenido el valor de cruzar el límite. Tenía la impresión de que era una zona a la que un alumno no debería tener acceso. ¿Chan trabajaría allí? ¿Tenían un estudio de música?

My pace - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora