Capítulo 38

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—¿En serio?

La voz de Felix sonaba en la recepción del hotel. Changbin abrazaba a su pareja por la cintura, ignorante de las intenciones de las miradas ajenas. Excepto de una. Tal y como pasó el día anterior, aquel trabajador les miraba con una sonrisa artificial al otro lado del pasillo.

—Claro, señor —el recepcionista le explicaba mientras le daba los folletos—, todas las actividades se pueden reservar en pack. En la actividad de esquí, el alquiler de la ropa aislante se incluye de regalo si son más de cinco personas.

—¡Genial! Se lo diré a los chicos.

Felix escribía a un ritmo frenético en el grupo. Todos parecían despiertos y con signos claros de resaca pero también con ánimos de aprovechar el fin de semana. Solo dos personas no respondieron pero nadie parecía sorprendido.

Uno a uno fueron apareciendo en la recepción y Felix, gracias al apoyo ocasional del recepcionista, les informó de los planes que había.

—La furgoneta está fuera, nos llevarán a la pista. Se ve que hay un refugio y allí podemos pillar los esquís, el traje y todo eso, ¿verdad?

El recepcionista asintió con una sonrisa, no había persona ahí presente que no cayera ante la ternura de Felix. Changbin lo sabía bien. Ya no por que fuera la primera víctima ante sus encantos, sino porque ese trabajador seguía ahí. Mirando. Sonriendo. Los empleados como él siempre le habían inquietado.

—Ah, Minho dice que no les esperemos —Hyunjin comentó, mirando el chat—, parece que a alguien le ha pegado fuerte la resaca.

En la mesita de noche, Minho dejó de nuevo el teléfono con mucho cuidado. Jisung seguía durmiendo a su lado y no quería despertarle. Cogió la ropa de deporte y se cambió en el baño.

Mientras se ponía los calcetines, recordaba las horas abrazados. Podría jurar que incluso se hizo de día. Aunque se limitaron a existir el uno al lado del otro en silencio, era lo único que necesitaban. Sentir el calor mutuo, las respiraciones y la paz.

Usó el bloc de notas de la habitación y dejó escrito que iba al gimnasio. Le gustaba ejercitarse cada día y tenía la ligera sospecha de que no habría precisamente mucha gente. Y en cuanto llegó lo confirmó.

Pese a ser un hotel bastante elegante y acogedor destinado más bien a personas mayores, estaba muy bien equipado. Echó un rápido vistazo y la curiosidad por probar máquinas que nunca había visto le superó. Fue cambiando de una a otra después de unas pocas repeticiones.

El cabello de la nuca goteaba cada vez que se agachaba para ver las indicaciones, todas las máquinas tenían una especie de pegatina con dibujos para evitar lesiones. Ya sabía que lo más peligroso de los gimnasios no eran las máquinas o las pesas, sino usarlas mal.

Sacudió el sudor del cabello e ignoró a las pocas personas que iban apareciendo. Esa mañana estaba siendo muy entretenida y vigorizante. Agradeció haberse llevado una de las toallas y la empapó secando su cara.

Jisung no sabía ni por dónde empezar. Asomó la cabeza por la puerta del gimnasio, esperando encontrarse con Minho en algún rincón, pero no lo veía. Ya se estaba arrepintiendo. Nadie se iba a creer que estaba ahí por voluntad propia. Solo llevaba unas mallas y una camiseta ancha que metió en la maleta por pura comodidad. A comparación del resto, que llevaban ropa deportiva y lucía de marca, se veía fuera de lugar.

En cuanto localizó las cintas de correr, subió a una. Si ya se sentía bastante estúpido por plantarse en el gimnasio sin saber ni qué era la creatina, la cosa era peor si pensaba que estaba ahí por un hombre. Era la viva imagen de lo que Tiktok le decía que no hiciera. Pero es que era Minho. Por él hacía muchas estupideces.

My pace - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora