Capítulo 40

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El altercado se intentó llevar de la forma más disimulada posible para no llamar la atención del resto clientes. Aunque la eficacia del plan era cuestionable.

Fue Changbin quien, sin lugar a dudas, cargó en su espalda a aquel empleado hasta el refugio y encaminó la marcha sin tener muy claro qué decisión tomaría después.

Hubo varias discusiones por el camino. Hyunjin acarreaba con los esquís de Changbin y, por lo que parecía, también con su sentido común.

—Creo que no es precisamente la mejor idea que lo dejes tirado en la recepción.

—Porque tú lo digas.

Felix y Jeongin iban unos pasos más atrás. La víctima planeaba de qué manera conseguir que nada se filtrara a la prensa, cosa que probablemente su pareja no había pensado. No le culpaba, era el portador de toda la testosterona del grupo y eso dejaba noqueadas a sus neuronas.

—Cariño —lo llamó y éste frenó en seco, su voz era como una alarma para él—, creo que mejor entramos por la puerta del vestuario, por la que salimos antes, ¿recuerdas? Con suerte hay algún empleado.

Felix era la única persona a la que jamás llevaría la contraria. Y menos mal. Nada más entrar, encontraron al instructor mirando su teléfono tomándose un descanso. Fingieron que ninguno de ellos vio aquel cigarro apagarse en la suela de su bota y volar por los aires en cosa de tres segundos.


La respuesta del refugio fue rápida y decepcionante a partes iguales. Ninguno de los empleados, ni uno solo de ellos, pareció sorprenderse. Todos se dedicaban miradas entre ellos que escondían secretos que no iban a confesar, menos aún con la policía entrando por la puerta de atrás.


La pareja de artistas fueron los primeros en terminar. Su interrogatorio fue muy breve, pues fue pura casualidad que el rincón más escondido para probar nuevas posturas en la nieve fuese cerca de ese claro. Escucharon unos golpes, unos gritos, y en unos minutos asomaron la cabeza. "Nada más que añadir, señor policía" fue lo último que se oyó antes de que les abrieran la puerta para dejarlos marchar.

—Entraré yo primero—Changbin entregó un beso a su pareja mientras se despedía—, tú llama a esos dos.

La puerta de uno de los despachos de la planta de arriba se cerró. Chan estaba apoyado en la pared junto a Seungmin, quien miraba el teléfono y su función era puramente performativa. Estaba por el apoyo moral.

—¿Te importa si vamos a comer? ¿Estarás bien? —El productor preguntó señalando a la pareja.— Le he escuchado las tripas a esos dos hace un rato y Seungmin solo ha estado bebiendo café toda la mañana.

Felix se limitó a asentir. Él mismo tenía cosas que hacer y su estómago tampoco estaba mucho por la labor. Los despidió a todos con una media sonrisa y buscó una banca en aquel pasillo.

—¿Jisung?

Apenas tardó dos tonos en responder. Su amigo era de los que lo hacían al instante o al cabo de cuatro días.

—¿Pasa algo?

Precisamente era la voz al otro lado del teléfono la que sonaba alterada. Escuchó su respiración y, por un momento, Felix pensó que estaba interrumpiendo algo, pero luego recordó que estaba hablando con Jisung.

La llamada no fue necesariamente corta, sino que el ritmo fue tan apresurado que parecía que duró apenas un minuto. Quizá, haber comenzado pidiéndole que no se asustara no fue la idea más brillante de su larga carrera pero ya no había vuelta atrás. Eso sí, lo de que todos estuvieran de acuerdo en el aumento de sueldo, al final, le iba a convencer de pedirlo. O, por lo menos, exigiría unos pocos más royalties, que las revistas se estaban vendiendo muy bien últimamente.

My pace - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora