Capítulo 6

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Minho descubrió en ese momento que los físicos tenían razón, el tiempo era relativo. Su cuerpo era el centro del universo y a medida que alejaba la vista más y más metros, parecía que todo iba más y más lento. Veía a los otros estudiantes a cámara lenta continuar con sus vidas como si Felix no acabase de gritar algo vergonzoso. No eran más que dos o tres pares de ojos, pero para Minho se sentían como cientos. 

Jisung directamente había escondido la cabeza bajo sus brazos y solo se asomaban unos ojos que se cruzaban con otros oscuros y afilados tan nerviosos como los suyos. Era la primera vez en días que aguantaban las ganas de fingir que no se habían visto. La mandíbula apretada y los puños cerrados delataban que eso no era fácil para ninguno de los dos y el más joven cedió.

 Jisung desvió la mirada a la taza humeante delante de sí. Sus delgados dedos temblaban incluso pese al calor del café, hecho que no pasó desapercibido para el bailarín. Cayó su mirada a la par que se mordía el labio, asomando un incisivo que siempre había tenido movido. 

Minho se sentía culpable de esa situación y no entendía muy bien por qué. Hacía apenas unos minutos, Jisung mostraba una brillante dentadura color hueso enmarcada por una sonrisa en forma de corazón y, ahora de repente, tenía ese gesto mustio en su rostro. Debía hacer algo pero no tenía ni idea de el qué. No era experto en relaciones sociales, siempre había convivido con la misma gente durante toda su vida. 

¿Qué tenía que hacer? Según lo que podía intuir gracias a su sentido común, el primer paso era hablar. Hablar las cosas, compartir, conocer, aprender... ¿Negociar? Intentaba hacer una lista mental de ítems que podrían ser relevantes mientras recogía sus cosas y se ponía en pie. 

Su primer objetivo era sentarse a su lado y emitir una disculpa. Aunque no tenía muy claro por qué iba a pedir perdón, así que mientras caminaba, desechó esa idea. Era tan corto el camino y tan pocos los segundos útiles, que frenó en seco arrepintiéndose nada más dar el primer paso. Estaba dispuesto a dar media vuelta pero una mano se quedó en el aire, sin tocarle.

—Minho...

Tragó saliva tan fuerte que supo que se le escuchó. Incluso el hueso de su cadera crujió por la brusquedad de la frenada como si su cuerpo tomase la decisión por él de no dar marcha atrás. Había cruzado tan fuerte los límites de la vergüenza que se rindió ante el cosmos, el destino y los planetas; tiró la mochila al suelo con desgana y dejó caer su cuerpo sobre la silla justo a su lado acompañado de un suspiro. Ya no podía ser peor. Y, si lo hacía, le daba absolutamente igual.

—Chan es un buen tío, ¿verdad? 

El titubeo en la voz de Jisung era tan evidente que se notaba el esfuerzo sobrehumano que hacía por hablar alto y claro.

—Dice lo mismo de ti.

El silencio hizo presencia mientras Minho intentaba procesar aquello pestañeando varias veces. Primero miró sus manos y luego su rostro. ¿Estaba de coña? ¿Esa era su manera de pedir la tregua? ¿No quería hablar las cosas? ¿Solo fingir que no pasaba nada? Afinó su mirada como si fuera miope y le observó con atención mientras pensaba en una respuesta que no le dio tiempo a decir.

—Si vamos a trabajar juntos, tendré que fiarme de lo que dijo.

A esas alturas, tampoco tenía muy claro por qué se había creado esa incertidumbre abismal entre los dos. Una tensión tangible se había interpuesto entre ellos desde el primer día sin planes de marcharse y ahora solo quedaba lugar a la aceptación. A veces, no hay más respuestas que aceptar que no eres una croqueta. No puedes caerle bien a todo el mundo. La resignación puso una mueca en el rostro de Minho al darse cuenta de aquello y añadió algo más.

My pace - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora