Capítulo 15

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Minho tiró de Jisung hasta estar lo suficientemente lejos de la puerta como para no molestar a los visitantes que entraban y salían de la galería. Incluso una vez delante del banco de madera vieja, titubeó antes de soltar su muñeca. Temía haberle hecho daño pero no estaba seguro de que no fuese a escapar. 

Con su cuerpo como escudo, escondió detrás de sí todas las luces del edificio.

—¿Te parece normal hablar así de tus amigos?

Hacía un gran esfuerzo para sonar asertivo.

—Es estúpido envidiar el tiempo que yo pase junto eso trío de catetos, ¡Importa la calidad! ¿Tú has visto bien a Felix?

Señaló a las ventanas de cristal que dejaban ver el interior.

—Es un ser de luz. ¿Y Changbin? Sé que no queréis que se sepa, pero todo el mundo habla de cómo "el amigo de Felix" casi mata a su asaltante.

—Eso no es realmente cierto...

—¡Me da igual!

Se frotó la nuca para mantener el control. La percepción que tenía Jisung del mundo a su alrededor estaba completamente distorsionada. Minho no paraba de pensar en qué narices le pasaba a ese chico como para estar equivocado en tantas cosas. 

Cerró los ojos para pensar pero tampoco mucho tiempo para no perderle de vista. Era imposible que de verdad creyera que su amistad no era para tanto después de cómo había sufrido esa semana. Minho era la primera vez que se preocupaba genuinamente de la salud de alguien por una autodestrucción tan evidente. No creía que el ser humano pudiera sobrevivir únicamente a base de café pero Jisung era la prueba.

—Eres tonto del culo y no digo nada más fuerte por si te echas a llorar y Changbin me mete una paliza.

Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para mantener un perfil bajo y no exacerbarse. Sabía muy bien que a veces le faltaba algo de delicadeza a la hora de comunicarse y alguna discusión en el pasado acabó peor de lo esperado por decir cosas fuera de lugar. 

Si lo pensaba bien, la última fue con Jungwoo. Aunque su amistad había sido de aquellas que prácticamente nacen en el vientre materno, tenía la particularidad de romper los límites en momentos inadecuados. Junto a él, había aprendido que el humor negro no es para todo el mundo y, sorprendentemente, no lo era para Minho.

—Bin no haría eso —murmuraba como si la conversación solo le incluyera a sí mismo—, están ahí por costumbre, porque no tienen tiempo para conocer más gente, supongo que...

—Han Jisung, hazme el puto favor de callarte.

Contrario a sus órdenes, de los finos labios del castaño empezó a salir una verborrea ininteligible que parecía no seguir un discurso coherente. Las palabras se pisaban unas a otras y el temblor de su mandíbula lo hacía más difícil. Minho intentaba entenderle, siempre había notado que Jisung era del tipo de gente nerviosa pero esto se estaba saliendo de sus conocimientos. 

Acortó la distancia que les separaba y prestó mayor atención. Sus ojos no se cruzaban ni de casualidad, el más joven tenía la vista fija en las baldosas grises bajo sus pies mientras luchaba por respirar. 

En ese instante, Minho se deshizo de todo el enfado y alzó las manos para acunar su rostro. La culpa le invadió por un segundo al encontrarse apreciando la suavidad de sus mejillas por debajo de las lágrimas que le empapaban las manos. 

El gimoteo silencioso había empezado a ser una llamada de atención a su alrededor. Quiso esconderle. Si por él fuera, habría guardado a ese chico en un bolsillo de su chaqueta y lo habría envuelto en un pañuelo de algodón para que llorara y durmiera. Era tan malditamente diminuto que rabiaba al verle.

My pace - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora