Capítulo 47

24 3 0
                                    

En el chat grupal sin Jeongin, había mensajes a cada rato, normalmente de Hyunjin. Era quien llevaba al día una lista de quehaceres que incluían desde buscar los posibles lugares donde celebrar el cumpleaños de su novio hasta los posibles regalos y los posibles menús, también la posible playlist y los posibles invitados.

Nadie dijo nunca que fuera un chico con las cosas claras. Tenía muchas ideas, pero no se decantaba por ninguna, y Minho tampoco era una gran ayuda.

Como un estúpido, cada vez que vibraba su bolsillo, continuaba teniendo ese vuelco en su interior que le recordaba que esperaba noticias que nunca llegaban.

Detuvo la mano que iba al bolsillo al recordar dónde estaba. Todos sus compañeros se despedían de los últimos participantes del casting cuando ya casi eran las nueve.

El equipo, tanto los ayudantes del staff como el jurado, se regalaron un aplauso por el trabajo bien hecho. Ciertamente, había sido gratificante. Al fin, esas tres semanas volaron en el calendario sin apenas dejar rastro más que el cansancio y el dolor de espalda.

Minho se estiró y toda su columna crujió.

—Me gustaría invitaros a una cena de celebración pero creo que preferís ir a casa —el director de la academia, el señor Park, hablaba a través del altavoz del teléfono del señor Kim—. Confío plenamente en los resultados del casting. Ahora, tomaos un merecido descanso.

Hubo suspiros de alivio. Había gente que disfrutaba de las formalidades arraigadas en la vida corporativa de Corea pero lo de salir a beber después del trabajo no era para todos los gustos. Sobre todo para el de Minho, quien ya se echaba la mochila a la espalda y se despedía de Chan con una sencilla palmada.

Su día no acababa ahí. Solo era la mitad de la jornada.

Caminó entre los participantes que aún no se marchaban y sintió una extraña sensación. Reconocía muchas caras y otras tantas no eran más que un borrón en su memoria pero todas, todas las que le miraban a los ojos, le saludaban con respeto y lo llamaban por su nombre.

Tenía que esforzarse para esconder su timidez. Inclinaba la cabeza en respuesta y se colaba entre las familias y los amigos. Abría sus ojos, cansados y rojos, buscando alguna señal de que eso era real. Estaba al otro lado de esa partida. ¿En otro universo, habría sido un jugador más y no el juez? Quizá en otro mundo, donde las flaquezas le vencieron y se rindió a la mínima de cambio.

Pensó, por un segundo, cuando tuvo que aprender a utilizar ese programa online para prepararse para el concurso de baile en Gimpo un año atrás. Esa fue la primera vez que todo tomó un rumbo diferente en su vida. Una concatenación de eventos que habían desenlazado en eso, en estar ganándose la vida con el baile.

No paró de darle vueltas durante todo el camino. Se arropaba a sí mismo en el interior del autobús. Abrazaba la mochila sobre sus piernas y repasaba su vida como rebobinando una película. Había tantas casualidades una tras otra que parecía un milagro estar ahí.

—Quizá es cierto...

Podrían haber sido palabras de un borracho o su abuelo podría haber tenido razón, pero empezaba a creer que los átomos creados juntos están destinados a encontrarse.

Entonces, ¿por qué no volvía?

Bajó del autobús en su parada. Sería la última vez que hiciera esa ruta. Viró a la derecha y echó a andar en la oscuridad profunda de la noche. Las luces de las casas estaban encendidas y el aroma de la cena se filtraba por las ventanas.

Estaba hambriento y cansado.

Sacó el teléfono. Había olvidado revisar el chat, aunque tampoco era nada importante, solo Hyunjin añadiendo más posibilidades de sabores de pastel. ¿Quién en su sano juicio rellenaba un bizcocho de kiwi? Lo ignoró y abrió el chat de Jisung. Como de costumbre, la decepción le acompañó en el camino. Eran tantas veces las que tenía que frenarse por no mirar atrás y recordar cuándo fue su último mensaje. En realidad, le alegraba no recordarlo. No había nada a lo que aferrarse.

My pace - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora