Sin dejar pasar más de un minuto, Felix comenzó a caminar aún con la tripa llena hacia la parada de taxis donde la app decía que esperaba su conductor. Sunoo, se llamaba. En su foto salía un hombre de mediana edad con sonrisa amable acompañado de una valoración de cinco estrellas por sus cientos de clientes.
El brillo automático del teléfono subía y bajaba cada vez que se alejaba de las luces de la calle, como pequeñas hadas en la oscuridad que llegaban y se marchaban para verificar su bienestar. ¿Estás bien? ¿Te has perdido? ¿A dónde vas? Se imaginaba a pequeños seres de luz, dulces y con voces angelicales, revoloteando a su alrededor para sentirse menos solo. Suspiró.
Se detuvo para comprobar que iba por el camino correcto. Nunca le había gustado ir solo por la calle cuando bajaba el Sol, era un chico enclenque y asustadizo, del tipo que con solo imaginarse una sombra ya se hacía bolita en un rincón. Por eso buscó los airpods en su bolsillo sin dudarlo, quería escuchar algo de música aunque solo quedaran unos pasos. Estar atento a los sonidos de su alrededor le hacía ver sombras surgiendo por su espalda.
—Tú.
Una voz ronca le llamaba.
—¡Oye!
No podía oír ni ver a aquella figura que pronto le alcanzó. Una mano robusta y áspera le agarró del hombro clavándole unos dedos de uñas cortas. Obligó al más joven a que se girara con tal fuerza que tenía claro que le saldría un moratón.
Desde ese preciso instante, su cuerpo se quedó paralizado. Los únicos músculos que podía mover eran los que le mantenían de pie, su capacidad de reacción era insuficiente, lo sabía. No podía salir corriendo o gritar. Las uñas se estaban clavando en las palmas de las pequeñas manos de Felix, apretaba con tanta fuerza que sintió la carne ceder bajo ellas. Aguantó la respiración hasta parecer un perfecto muñeco de cera.
—¿A dónde vas?
El hombre no parecía querer soltarle y cada vez empujaba más su cuerpo hacia la pared. Felix hacía tanteos inútiles para mirarle a la cara. Sus ojos temblorosos y emborronados habían clavado el foco en el hilo que colgaba de la camiseta ajena logrando así mantener la calma. Su cerebro, en un intento por mantenerse sereno, buscó lo más inofensivo que tenía a la vista. Un hilo negro, corto pero grueso. Colgaba del cuello ajeno y parecía ser un remate mal hecho.
— Te estoy hablando, responde.
No hacía falta que nadie le dijera qué estaba pasando. Lo sabía. Lo había visto. Lo había vivido. Era de nuevo la misma historia de otras veces con un elenco diferente. Inspiró con un temblor antes de sacar el teléfono del bolsillo como si no pudiera oír sus palabras. El pánico le había hecho entrar en una especie de cámara de eco donde nada entraba ni salía. Su cuerpo ya no temblaba, ni dudaba.
Había desconectado los cables que le unían a sí mismo y, como si se tratara de un androide, entró en un modo automático en el que sabía qué decisiones tomar y por donde empezar. Al usar su huella, lo primero que apareció en su pantalla fue un mensaje de la misma gente de siempre.
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My pace - Minsung
Romantik[Misunderstanding to lovers ] Minho se graduó del instituto con las mejores notas y eso le consiguió una beca en la universidad de Seúl, donde ha llegado solo, con una mochila y tres gatos. Mientras que Jisung únicamente va a la facultad para acalla...