Capítulo 37

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Hacía demasiado frío para que estuviera dando vueltas por ahí con un simple pijama. Al no verle por ninguna parte, su primera idea fue llamarlo, pero ambos teléfonos estaban ahí. ¿Ahora qué? ¿Dónde tenía que buscarlo? ¿Era de la clase de persona que quiere que le busquen? ¿O necesitaba espacio? Mierda, no sabía nada. ¿Y si estaba en peligro? Jisung era distraído y capaz que había tropezado por lo oscuro de la noche.

—Joder, Jisung... ¿Qué quieres que haga?

Obligarse a pensar que tampoco podía ir muy lejos era la única manera de calmarse. Quizá había ido al edificio principal o había vuelto a la mesa con los chicos. ¿Seguirían ahí? Solo había dos opciones: o dormidos o borrachos.

De camino a la barbacoa, pasó por delante de la cabaña 22 y aprovechó para asomar la cabeza. No había ninguna luz encendida y nadie respondía. Si esos dos no estaban allí, seguro que seguían bebiendo. Incluso mejor así, pensó. Probablemente lo de acudir a Chan no iba a ser un movimiento muy acertado por su parte.

Respiró hondo y se frotó los brazos. Mierda, no había cogido el abrigo y tampoco tenía ganas de volver atrás. Cada minuto que pasaba, se ponía más nervioso y más ideas nefastas le cruzaban la cabeza.

—Minho, no hay asesinos en serie en un camping de jubilados —se dijo a sí mismo.

Aligeró el paso para intentar mantener el calor y pudo ver a lo lejos lo que sospechaba, todos seguían ahí. Menos Jisung.

Recuperó el aliento mientras no dejaba de mover los pies. Estaba helado y ahora con el sudor mojando su nuca era peor. Tenía que pensar algo rápido o se congelaría. Saltó con la mirada y cada uno estaba peor que el anterior. Seungmin y Chan parecían estar enfrascados en una conversación demasiado interesante como para que se dieran cuenta de que tenían a la pareja de al lado a punto de tener que ir a la habitación para poder seguir con la faena. Por suerte, en una de las butacas, Changbin miraba el teléfono y fue el único en advertir su presencia.

—¿Minho? —Estaba confundido pero contento de verle, llevaba un rato solo.— ¿Qué haces aquí? Pensábamos que estabais... Bueno.

—Para nada.

Se sentó un segundo a su lado. Agradeció el calor de la estufa y se acercó un poco más a ella.

—No me preguntes cómo pero hemos discutido y creo que... bueno, he dicho algo malo y se ha ido.

—Mierda, Minho...

Le pasó el brazo por los hombros y cualquier atisbo de diversión desapareció de su mirada.

—Los dos estáis borrachos, no le des más importancia. ¿Has mirado en el edificio principal? ¿En los jardines?

Minho solo negó, estaba tan cansado y nervioso que no se le ocurría nada. Ese hombre tan orgulloso de poder considerarse resiliente había perdido la cabeza únicamente las dos veces que había perdido algo que quería.

—Jisung es un poco lelo pero no es irresponsable, seguramente se ha agobiado y necesitaba salir de ahí. Ya viste lo que pasó en el coche.

—Pero ahí os tuvo a vosotros, ¿y si le pasa algo?

Se mordía la lengua para evitar llorar y así espantar todos los escenarios fatales. Recordaba los arañazos y los raspones en los brazos y las rodillas cuando tuvo que buscar a Dori. No quería tener que repetir ese infierno.

—Sabe pedir ayuda. Si se fue sin ti y no ha venido aquí, estará bien —Changbin se esforzó en sonar apacible—, ya sabes que es un chico con muchas cosas en la cabeza pero tienes que confiar en él y darle tiempo.

My pace - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora