Capítulo VI

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He fallado

Lo primero que hago al subir es ver a mi hermano Camilo, de doce años, o trece, la verdad es que no recuerdo. De todos los cuatro siempre ha sido el más alegre, extrovertido y quién busca el juego a todo. Como cuando se burla de la panza de Martínez y dice que no entiende por qué si mamá es la embarazada, el bebé lo tiene él, y todos reíamos fuerte solo para enfadar a Roberto. Y eso que mamá ya tiene cinco meses de lo que ella llama la "bendición" que le concedió mi padrastro.
Una vez dentro, lo encontré con sus mejillas coloradas al igual que sus ojos, arrancando los posters que tenía en sus paredes sobre París y la torre Eifell.

-Te odio, me fallaste Alejo, me fallaste!-gritaba resoplando como toro.

Aunque no tenía nada, sentí que mi corazón crujió como cuando aplastas una cucaracha. Cuando terminó de arrancar el último dio dos zapatazos al suelo y se acurrucó a llorar ahí.

No puedo evitar sentir que le he fallado, este sentimiento de impotencia al no poder saber qué ocurrió me va a terminar matán.. ¡Pero que idiota! Solo me arrimo a él e intento abrazarlo, inútilmente. La escena en la que nos encontramos me recuerda bastante a mí y mi hermano Wilson hace unos años. Él es el mayor de todos con 22 años, y cada vez que yo sentía miedo el hacía exactamente lo que yo estoy haciendo con Camilo, o bueno, intentando hacer. Wilson es una de las personas que más admiro al igual que a mi madre. Él, a pesar de no haber estado en la Universidad ni haber tenido formación profesional, trabaja y se gana la vida como puede, y cuando papá murió Wilson decidió irse de la casa para evitar que mi madre tuviera que cubrir más gastos. Eso fue todo un acto de valentía.

Al parecer Camilo se ha calmado un poco, así que aprovecho para dirigirme ahora al cuarto de Juliette.

Juliette, mi pobre niña, la consentida de casa, a la que papá siempre quiso más, ahora la veo, irreconocible. Sus hermosos ojos claros se veían opacos, sus labios no sonreían, y bueno, ¿que más podría esperar de alguien a quien se le ha muerto su hermano? Me siento sobre su cama, a su lado, mientras ella llora a más no poder. Es tan indefensa, ¡solo tiene 8 años! Y se suponía que yo debía cuidarla, como me lo dijo papá antes de morir hace casi dos años; siento que he fallado. Con mi mano izquierda empiezo a peinarle su delgado cabello dorado, y no sé si realmente funcionó, pero poco a poco fue cerrando sus ojos, y acortando el llanto, hasta el punto que no escuché más que un profundo suspiro, ese suspiro que ya indicaba que estaba dormida.

Me siento culpable, y aunque sea difícil de creer hasta para mí, sí, aún siento, aún tengo sentimientos y emociones después de muerto, por eso he llorado con la muerte de ese niño, por eso me he sentido asfixiado por tanto correr, por eso ahora me siento culpable, no sólo por no haber cumplido mis promesas, sino porque empiezo a ver que por mi culpa, toda la familia feliz que éramos, se estaba derrumbando y yo solo estaría como un espectador más, viendo como las personas que más amo sufren, a causa de mi muerte.

28 De Diciembre: Santo E Inocente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora