Capítulo tres: Esfuerzo

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Renzo's pov


En esa mañana del Miércoles, supe que había llegado el día en el que sabríamos de qué se trataba esa clase nueva que nos había asignado la madre directora.

Me agradaba miss Gina... pero sinceramente esperaba poder escoger un taller como todos los demás, aún así, quizás sería sólo por este bimestre... esperaba.

En el camino al colegio noté algunos mensajes en mi bandeja de Whatsapp, eran del grupo que tenía con mis amigos, por lo que simplemente lo guardé de nuevo en mi bolsillo y cuando la movilidad se detuvo, esperé para poder bajar y entrar al colegio.

Llegué al 3ero "B" de secundaria, dejé mi mochila, y esperé afuera para poder ir a la oración de la mañana, hasta que recordé que era Miércoles de ceniza... mierda, hubiera faltado.


- Hola Renzo. Me sorprendió detrás de mí.

- Hola Adriana.

- ¿Vas al coliseo?

- Supongo que no hay de otra... es Miércoles de ceniza y justo volveremos para el taller. Reí. - A menos que...

- ¿Qué?

- Que nos saltemos la misa.

- Oye. Rio ella. - No, estás loco.

- Nos saltábamos las clases allá.

- Tú, no yo.

- Vamos... y le decimos a los demás, la misa será tan aburrida.

- No Renzo. Rio ella. - Además, miss Gina se molestaría si se entera.

- Per-. Fui interrumpido por una voz familiar.

- Mhm... sí, posiblemente me enojaría por el hecho de que se salten la misa, quizás sólo un poco. Respondió nuestra maestra.

- ¡¿Qué?!

- Jajaja... miren chicos, no les diré qué hacer, confío en que tomarán la mejor decisión... nos vemos. Se despidió dándonos a ambos una palmada en el hombro.

- ¿Qué diablos fue eso? Literalmente se entera de todo. Reí.

- Así es. Sonrió nostálgica Adriana. - Bueno, supongo que ya la escuchaste, ¿Vamos?

- ¿Tengo otra opción?


Ella sólo rodó los ojos y me tomó de la muñeca para finalmente irnos al coliseo.

A decir verdad... no presté atención a la misa en ningun momento, lo único que recuerdo fue que vino el mismo sacerdote que venía a hacer las misas desde que entré al colegio, nos hicieron bajar para colocarnos ceniza en la frente, luego el sacerdote se fue, la madre directora con su clásico discurso, y eso sería casi todo.

Ojalá hubiese sido hora de volver a casa.


- Sabía que tomarían la decisión correcta. Me dijo miss Gina mientras subía las escaleras para dirigirme a su salón y esperar por que empezara la clase.

- Eso parece. Sonreí levemente. - ¿Cómo puede enterarse de todo?

- Digamos que tengo mis secretos. Rio ella. - Bueno... ¿Emocionado por el taller?

- Seguro. Asentí.

- Estuve leyendo el poema que escribiste ayer en clase... me gustó mucho, no mentiré.

- ¿De verdad?

- Sí, quédate al final del taller y quizás pueda orientarte un poco con los arreglos. Me guiñó un ojo. - No te preocupes por tu siguiente profesor o profesora, le mandaré un correo electrónico explicándole por qué llegaste tarde a su clase... ¿Trato?

Los mejores meses de mi vida [Secuela After the bell rings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora