1. Manto estrellado

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La noche era estrellada, el olor a salitre que provenía del mar inundaba las fosas nasales del castaño que se encontraba sentado admirando como el agua se unía al cielo, disfrutaba de la arena entre los dedos de sus manos mientras formaba pequeñas figuras, el viento golpeaba sus mejillas refrescando su rostro dando un sentimiento de alivió a todos los problemas que habían aparecido en su empresa, su esfuerzo fue al máximo para que todo fuera acorde sus padres le pedían así que ahora disfrutaba de un descanso en la playa junto a las olas del mar.

Win Metawin, uno de los hombres más influyentes en toda Tailandia debido a su gran posición social, a sus 25 años era dueño de una inmobiliaria que había sido la encargada de construir los más grandes edificios del país, llevaba una vida solitaria ya que sus padres le habían dejado toda la responsabilidad sobre cada uno de los negocios por ello sentía que todo lo que hacía era una simple rutina sin obtener nada que llenara su corazón pero debía hacer que sus padres sintieran orgullo de todo su esfuerzo aunque su vida se desmoronara poco a poco.

Sus amigos le recomendaron irse algunos días de viaje y disfrutar de como los negocios habían mejorado gracias a su esfuerzo, esta vez no se opuso a esa idea y ahí se encontraba admirando de lo hermoso que era el mar durante la noche.

Se recostó en la arena mirando como las estrellas brillaban formando algunas figuras, la luna se realzaba resplandeciente sobre la noche, todo estaba tranquilo lo que le hacía desear que su vida siempre fuera así, cerro los ojos por un instante dejando que su cuerpo aspirara la brisa del mar hasta que sintió un ligero golpe en su pierna, regreso la mirada y sonrió ante una pelota de playa color amarilla con una estrella de cinco puntas que estaba en el centro, la tomo con delicadeza esperando al pequeño que seguramente estaba buscándola.

—Buenas noches — se escucho una pequeña voz acercarse — ¿Me podría devolver mi pelota? — pidió con respeto tal y como su padre le había enseñado.

—Buenas noches pequeño, ten la cuide bien mientras regresabas por ella — dijo con ternura causando que el menor sonriera.

El menor tomo su pelota y agradeció con una sonrisa despidiéndose del hombre, era la primera vez que veía a alguien en la playa a tan altas horas de la noche pero no le inspiraba desconfianza, es más se sentía seguro con su presencia no era uno de esos extraños de los que su padre mucho le advertía, no veía nada malo en el solo era un hombre que estaba disfrutando de la playa, sin compañía, recostado en la arena, por primera vez veía alguien así por ello su curiosidad por saber que hacia en ese lugar creció pero evito hacer cualquier pregunta. Era mejor obedecer a su padre.

—¿Puedo jugar un poco contigo? — con delicadeza se acerco al pequeño viéndolo tan divertido haciendo rebotar su pelota.

Regreso la mirada a la persona que lo habla, sonrió mientras asentía con la cabeza posicionándose enfrente para patear su pelota hacia pies del mayor y viceversa, Win parecía divertirse con el pequeño como si nunca antes hubiera disfrutado de una felicidad plena como la de ese momento, escuchaba la risa delicada y era música para sus oídos pues nunca había visto a un niño así de feliz.

—¿Podemos sentarnos un momento? — habló un poco agitado por correr hasta alcanzar la pelota.

El menor soltó una pequeña risita y asintió sentándose en la arena jugando un poco con ella escuchando romper las olas del mar en la orilla. Le encantaba el lugar donde vivía junto a su padre, era tranquilo, cálido, disfrutaban del tiempo libre, miraban películas, comían golosinas, amaba a su padre pero sobre todo agradecía que en su vida nunca existieran los problemas o al menos eso pensaba pero claro que más podría querer un niño de 7 años.

—¿Cómo te llamas? — se sentó junto a el con una sonrisa.

—Adem Chiva-aree — sonrió acomodando su pelota junto a el —¿Y usted como se llama?

Noche de luna llena│BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora