Capitulo 8

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¿Donde está?

No fue mi imaginación.

Estoy completamente seguro que no lo imaginé.

Es que no imaginaste idiota, también lo vi

¡Joder! Y no está el teléfono para poder llamar a alguien para que me acompañe, ya no quería leer, quería escuchar música desde mi laptop para pasar el susto, pero había un problema, la laptop estaba en la habitación.

Tomé valentía y fui a paso lento a la habitación, tenía la sensación de que me observaban, llegue al pasillo donde me había caído, donde todavía estaban los libros tirados en el suelo, los tomé rápidamente, seguí mi camino a la habitación, tomé la laptop rápidamente, pero antes de salir me detuve, escuché pasos...

Mi respiración se agitó mas, sentía que los pasos acercaban a mi, pero no le di mas importancia, así que salí de la habitación rápidamente con la laptop y los libros en mis brazos.

Esperé unas horas y llegó mi hermano, luego mi madre, durante el almuerzo le conté a mi madre lo que había presenciado, quedó completamente sorprendida.

¿Como era posible que en tan poco tiempo viviendo en esta casa ya estaban pasando cosas fuera de lugar?

Le fuimos restando importancia a esas cosas, siempre me dijeron que si me molestaban en la calle o en cualquier lugar por una misma persona, le restara importancia, pueda que se aburran de ti o tal vez no.

Esa frase la fui llevando desde mi primer día de secundaria, nadie sabía acerca de mi orientación sexual, ser gay no era algo común en la secundaria donde estudié, así que si mostraba la más mínima señal, los que les gustaba burlarse se aprovechaban, y así fue como sufrí bullying en la secundaria por el simple hecho de mi manera de ser.

Todos tenemos derecho a ser nosotros mismos porque no dependemos de nadie, solo de nosotros.

Maricon, flacucho, mariquita, eran los nombres más usados para mí.

Mi contextura no era del todo llamativa, ser muy delgado también era un problema en la secundaria, me decían cosas como "terminate de morir de hambre" y ese tipo de comentarios me dolían mucho, me bajan mucho el autoestima.

Ser delgado también era algo que tenía mis propias razones...

Esa misma noche, en la cena.

—Pa —llamo a mi padre quién está comiendo y alza la mirada —¿Alguna vez te has sentido raro en esta casa?

—¿Raro como? —pregunta.

—Pues... Como incómodo, como si sintieras que te mirarán pero no hay nadie, cosas así —explico, noto que mi madre se detiene y nos mira.

Mi padre solo niega con la cabeza y sigue masticando.

—Es que mami y yo hemos visto algo en esta casa —digo nerviosamente.

—¿Que? —Pregunta y nos mira a ambos.

—Hemos visto una mujer con vestido...

—¡Callate! —me interrumpe—. Harold —mi hermano alza la mirada y pone atención a mi padre—. ¿Tú has visto algo?

—Mmm... no —responde mi hermano.

—Ven, aquí no hay nada... —dice y sigue comiendo.

Le doy una mirada a mi madre pero ella sigue comiendo.

¿Porque no me apoya?

Es otra alcahueta...

Esa misma noche volví a tener el mismo sueño pero esta vez fue aún más tenebroso, ya se me hacía difícil irme a dormir, no quería dormir y tener que presenciar ese sueño siempre.

A la mañana siguiente.

Desperté por un sonido fuerte, me levanté y fui a la sala, mi madre estaba sacando su cama del cuarto.

—¿Que pasa? —pregunté.

—Nada, solo que como ustedes quieren dormir con nosotros o no sé si sea por el aire acondicionado que está aqui, haremos intercambio de habitaciones —explicó.

Esa mañana ayudé a mi madre, terminamos al medio día y los cuartos ya estaban completamente listos.

—¿Ok? ¿Que paso aquí? —pregunta mi hermano entrado a la habitación.

—Lo que vez —respondí seco.

Mi padre estaba acabando de traer a mi hermano que había ido a comprar comida.

—¿Y esto? —soltó al ver el cambio.

—Quise cambiar —explicó mi madre.

—No está mal —dijo—. Vístase ahí que vamos a salir a Chacopata.

—¿Ahora? —Pregunté.

—Si ahora —respondió mi padre yendo a arreglar unas cosas.

[...]

-

—¡Tía! —Grite al ver a mi tía que tanta confianza le tengo —Bendición.

—Mis sobrinos, Dios me lo bendiga —dijo con una sonrisa mientras nos abrazamos.

Mi hermano se separó de ella y se fue con mi padre quién iba a casa de mi abuelo.

—¿Como estás? —Dijo sentándose—. Cuéntame, ¿como va la orquesta y los estudios?

—Pues bien, todo perfecto —dije tomando asiento.

—¿Como van las cosas con... Ya sabes —Dice lentamente mirando como mi padre se alejaba, sabía que se refería a el.

—Pues, por los momentos no ha peleado conmigo —Expliqué.

—Y ¿todavía no has averiguado porque el es así contigo? —Preguntó.

Negué con la cabeza—. Tía, es obvio, a el no le agrada mi forma de ser, ya sospecha.

Ella fue la primera y la única en saber sobre mi orientación, pues ella es psicóloga y sabía muchas cosas de mi.

—Bueno resulta que yo si averigüe algo...

—¿En serio? —pregunté casi gritando, me sorprendió y me intrigó saber—. ¿que averiguaste?

Se mantuvo callada, miró a todos lados como si temiera que alguien escuchara, puso su mano cerca de su boca y casi como un susurro dijo.

—Hijo... supe que tú padre y sus hermano, osea tus tíos hombres —hizo una pausa—. Tienen una maldición...

La vida de David ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora