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Sheriff Díaz

El doctor Herrera me explicó la situación de David, no pude evitar sentir la necesidad de ayudarlo, el es muy joven para estás pasando por esto.

Estaba en una habitación para interrogar, de esas típicas que solo tienen una mesa no tan larga y 2 sillas.

—Buenas tardes —entra una chica a la habitación.

—Buenas tardes Srita. Martínez —saludo, luego señaló la silla que está al otro lado de la mesa frente a mi—. Tome asiento.

Ella a paso lento se sentó y me miró fijamente.

—¿Se acuerda de mí no? —Pregunto con una sonrisa.

—Si que lo recuerdo —Me responde ella con una sonrisa—. José... Josép...

—Jhoseph —le corregí.

—Aja, eso mismo —Dijo entre risas—. Es difícil pronunciarlo.

—Si... Bueno Srita. Martínez, ¿Sabe porque está aquí?

—Ay no me llames así, me siento como si fuera una vieja a pesar con el "señorita" —Dijo sarcásticamente—. para eso tengo ni nombre, llámeme Mariana.

—Esta bien —Reí ante el comentario—. ¿Sabes algo sobre esto que está pasando?

—No la verdad, el nunca me explicó lo que tenía planeado hacer, solo me dijo que quiera escarpase de la casa nada más —explicó.

—Y irse con Herrera —terminé por ella, luego ella asintió.

—Ok y en realidad directo al punto, ¿para que me solicitó? —Preguntó.

—El me había contado algo sobre su padre, algo como una maldición —sus ojos se tornaron de un brillo que me hizo saber que ella sabía algo.

—Si lo sé, el me lo contó, aunque no soy creyente de esas cosas pero deja mucho de que hablar —se acomodó en el asiento.

—¿Me puedes contar? —Indagué.

—Claro —sonrió—. Siempre y cuando no hayan cámaras grabando.

Reí—. No tranquila, no hay cámaras.

Ella trago profundo y comenzó a contar.

—Resulta que en la época cuando su padre y sus hermanos eran jóvenes, se la pasaban molestando a un chico de su pueblo solo porque era gay —explicó, le escuchaba atentamente—. de tanto sufrimiento que le provocaron al chico, su madre se interpuso en medio de todo eso para parar con las bromas, dicen, que la mujer era bruja —mis ojos se abrieron como platos—. ella les lanzó una maldición con que los hijos de cada uno de ellos salieran gays y que todos ellos sufrieran de alguna manera.

Memorice todo.

—Y sabes si lo que dijo la señora ¿se hizo realidad? —pregunté.

—Sí —Afirmó—. conocí a varios de sus primos y efectivamente le puedo corroborar que son gays —hizo una pausa—. con decirle que sus padres han vivido cosas que los han hecho sufrir que no se imagina.

—¿En serio? —no podía creer lo que escuchaba.

Ella solo asintió.

—Cuéntame más, esto es algo muy interesante y importante para mí reporte, aunque nadie se deja llevar por cosas sobrenaturales pero solo quiero saber más, David ha sido de gran ayuda para mi estos últimos años de mi vida, y le debo un gran favor...

La vida de David ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora