—David, eso estuvo perfecto —Grito mi madre acercándose a abrazarme al culminar el concierto.
Le devolví el abrazo y mi padre me felicitó igual, estuvimos un rato en la capilla donde se llevó a cabo el concierto, volvimos al hotel donde me había hospedado los últimos 2 días con mis compañeros de la orquesta.
Llevé a mis padres a la habitación que me había tocado, ellos observaron y me dieron la señal de que recogiera mis cosas, al parecer nos íbamos aparte de manera independiente y no con el personal de la orquesta.
Tomamos un taxi que nos llevó a una urbanización algo lejos del hotel, mire por la ventana, si que habían casas lindas.
Supuse que era una urbanización algo cerrada, alejada de las malas vibras o por así decirlo de las personas con malas mañas.
Aparcamos en frente de una, bajamos y nos adentramos a la casa.
No era fea, pero me extrañaba que estuviera vacía, no había nada, solo la nevera, cocina, tenía al parecer 2 o 3 habitaciones, en ellas solo habían camas y una mesita de noche.
En la sala solo había una pequeña mesa para Cuatro personas pero solo habían 2 sillas.
—¿Quien vive aquí? —Me apresuré a preguntar, la intriga me mataba.
—Jander vive aquí o bueno es su casa —Respondió mi padre.
Jander era una amigo de mi padre de hace años, hermano de su jefe.
Tomamos nuestras cosas, las maletas de mis padre y algunos bolsos que habían traído, saludos de la casa y el taxi seguía ahí, al parecer nos llevaría a un terminal para nosotros regresar a nuestro pueblo.
Después de un rato estábamos en terminal, esperando que apareciera alguien que nos llevará de vuelta a nuestra casa, cayó la noche y apareció un autobús, no dudamos en entrar.
—Solo llegaremos a San Antonio —Explicó el chófer.
Mi padre le afirmó que estaba bien, le pago y tomamos asiento.
San Antonio quedaba algo no muy lejos ni tan cerca a nuestro pueblo pero algo es algo.
Una hora más tarde...
—Muchas gracias —agradeció mi madre bajando del autobús seguida de nosotros.
Salimos, el autobús arrancó, dio vuelta en U y se devolvió a Cumaná.
—¿Y ahora? —Solté cansado.
—Habrá que esperar aver si pasa alguien que nos lleve... —soltó mi padre.
Esperamos como por 30 minutos, pero nadie pasaba.
—¿Y que pasará si no conseguimos a alguien que nos lleve? —pregunto.
—A la buena de Dios conseguiremos a alguien...
Y como si el mismísimo Dios hubiera escuchado, reconocí el auto de una compañera de la orquesta, grité su nombre y ella nos miró, ordenó a su madre aparcar el auto cerca de nosotros.
Un alivio enorme.
—Amiga, yo los hacia a ustedes en sus casas —dijo la mamá de mi amiga mientras bajaba del auto.
Mi mamá le explico todo y nos ofreció llevarnos, apretados todos pero como dije hace un rato, algo es algo.
Tan amable la mamá de mi amiga nos dejo justo en frente de nuestra casa.
—Gracias Lucy —Agradeció mi madre a la mamá de mi amiga.
—De nada, saben que estamos a la orden.
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La vida de David ©
RandomTenía tan solo 9 años cuando me di cuenta de lo que quería en realidad, aunque desde muy pequeño lo sentía, solo que para esa edad estaba muy pequeño para saber las cosas. Mi vida desde los 9 tuvo un cambio radical, muchas cosas pasaron desde que cu...