La vida de David ©

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Desconocido

Escuché la puerta de la habitación abrirse, luego escuché pasos, noté que era la madre de David y el doctor que lo atendía.

—Señora —soltó el doctor—. Si no nos dice nada de lo que padece su hijo no podremos ayudarlo.

—Yo siempre lo vi raro en varias ocaciones... —dijo la madre de David.

—¿Raro en que sentido? —preguntó el doctor—. sea un poco más específica.

—Bueno...

—Señora, es por el bien de su hijo —insistió el doctor—. o es que acaso usted ¿no le importa la salud y la vida de su hijo?

—Yo... Bueno... —Se acercó a él como si temiera a quien alguien escuchara—. Mi esposo no le importa nada.

—¿Y que tiene que ver la opinión de su esposo con la de usted? —soltó el doctor.

No dijo nada solo se quedó callada.

—Le preguntaré a sus amigos si saben algo —dijo él poniéndose de pie—. porque por lo que veo su hijo no le contaba nada usted por su esposo...

Estaba a punto de salir de la habitación cuando...

—¡Doctor! —soltó la madre de David—. ¿Pero se pondrá bien?

—No le responderé eso porque usted no quiere ayudar...

Sin más salió de la habitación dejando a su madre sola.

—¡David! —Se acercó a él y le tomo una mano—. Perdón —su voz se rompió.

Comenzó a llorar y dejar salir todo lo que contenía, como si fuera la última vez que hablaría con el.