Capitulo 9

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—¿Que? —sentí como si el mundo se hubiera detenido—. ¿Esto es cierto?

—Si mi niño... —Se limpió una lágrima—. Esa maldición comenzó a cumplirse con tu tío de Cumaná.

—¿Que le pasó? —Pregunté.

—Su esposa la maratón —Explico—. Al parecer ella estaba en frente de su casa, de la nada comenzó un tiroteo entre policías y delincuentes —Dio una pausa—. Como ella estaba enmedio unas balas la alcanzaron y ya era demasiado tarde.

—¿Su hijo? Mi primo, ¿es gay?

—Si hijo, el había venido muchas veces para acá y lo observé, si es, yo misma le pregunté.

—Entonces todo esto es cierto...

Ella asintió

—¿Mi tío? ¿Cómo está? Se supone que tienen que sufrir ¿No? —pregunté.

—Está muy devastado, al parecer quedó loco...

—¿Eso quiere decir que mi mamá la veré morir? —No pude contener las lágrimas.

—No lo sé hijo —Me abrazó—. No todas las formas son iguales —Comenzó a llorar—. Solo quiero que te cuides.

—Eso haré, será difícil porque con esas cosas no son juegos —Me separé de ella limpiando mis lágrimas.

—¡¡¿Porque llora la mariquita está?!! —Grito mi padre entrando a la sala acompañado de mi madre que lo sostenía para no caerse.

—No le digas a así —Soltó mi madre dándole un golpe en la cabeza —aquí está su tía.

—Apuesto a que se bebió el ron como si fuera agua —Dijo mi tía cruzando sus brazos sobre su pecho.

—Si —Dijo mi madre volteando los ojos.

—¿Y quien nos va a llevar de regreso —Pregunté.

—Su compadre Juan Carlos —Respondió mi madre—. vamos, él está esperando en el carro de tu papá.

—¿Y como se regresara el? —Pregunté.

—Uno de sus trabajadores se irá con nosotros en su carro —Explicó—. Ya cuando estemos en casa ellos se regresan en su carro.

—Adiós tía —abracé a mi tía.

—Adiós David, cuídate.

Me separé de ella y fui al auto de mi padre.

—Chao Josefa —Se despidió mi madre.

—Chao Daniela —Se despidió mi tía.

El viaje de vuelta fue un poco ¿Repugnante?, solo porque mi padre venís dormido y olía mucho a alcohol, odio ese olor en definitiva.

Al cabo de una una hora y media llegamos a casa pero nos dejaron a unas cuantas cuadras así que mi papá tuvo que tomar el volante ya a casa.

—¡Vicente vas muy rápido! —Grita mi madre tratando de que mi padre bajara la velocidad

—¡Yo manejo como a mí se me da la gana! —Grito mi padre y medio se entendía lo que decía tras el alcohol—. ¡Si no te gusta como manejo entonces hazlo tu!

Apenas dijo eso soltó el volante cruzando sus brazos sobre su pecho, haciendo que el auto se fuera de un lado a otro, mi hermano comienzo a llorar tras esto.

—¡Mami! —Gritó mi hermano y abrazo a mi madre—. Nos vamos a morir —Soltó entre sollozos.

—¡¡Vicente para el carro!! —Grita mi madre.

La vida de David ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora