Capítulo 11.

85 11 2
                                    

"Si vienes, por ejemplo, a las 4 de la tarde, yo empezaré a ser feliz desde las 3." Una frase muy poética la frase que había dedicado a Haruka esa mañana cuando le había escrito para confirmar la hora de su visita, pero la verdad es que no estaba feliz desde las 3, estaba muy nervioso, daba vueltas de un lado a otro, se miraba constantemente al espejo y se preguntaba si tal vez estaba exagerando, es cierto que ya se habían besado una vez, que Haruka lo tomaba de la mano constantemente cuando caminaban juntos en la escuela, pero quizá solo era él malinterpretando las intenciones del contrario, no había razón para pensar que realmente le gustara.

La cabeza del pequeño Haitani estaba hecha un lío y la única cosa que le impedía enloquecer eran los constantes mensaje de apoyo que le estaban enviando Keitaro, Ryoko y Ayaka, lo conocían lo suficientemente bien y sabían que estaría muy ansioso en ese momento.

Una de las cosas que mayor inseguridad le causaba al pequeño rubio en ese momento era el golpe en la cara que había recibido la noche anterior, por más que había bajado la hinchazón con ayuda de su padre y se había maquillado un poco, era notorio; y a pesar de que Haruka era un chico de pandillas y sabía un poco de todo ello, para Rayan siempre era algo vergonzoso ser visto así y no quería causar una mala impresión en su cita, así que había arreglado su particular peinado hacia el lado contrario al de siempre, con el fin que de que su trenza le ayudase a tapar el golpe.

Cuando dieron las 4 en punto sonó el timbre del apartamento y Rayan; quien se encontraba esperando justo frente a la puerta, no tardó en abrir. Había planeado mil veces cómo debía saludar y lo que diría apenas viera al otro chico, pero en el momento en que lo tuvo enfrente, las palabras escaparon de su boca y solo pudo pensar "Es el chico más hermoso que jamás haya visto"

Haruka se acercó a él lentamente, sonreía confiado y puso su mano sobre su mejilla para suavemente aproximarse a los labios del rubio y darle un corto beso — Hola ¿Cómo estás? — dijo despreocupado después de su espectáculo, tomando la mano de Rayan para jalarlo fuera de la casa, completamente consciente de que había causado un cortocircuito en su cabeza.

Cuando Rayan recuperó el aliento, ya estaban en la entrada del edificio y comenzaron a conversar de cualquier cosa mientras caminaban a quién sabe dónde, ese día Shiba se veía más feliz que de costumbre y el rubio no podía hacer más que disfrutar de esa sonrisa que alumbraba el atardecer.

— ¿Te gusta la vista? — preguntó de repente Shiba, con sus ojos en el horizonte.

— Me encanta — respondió Rayan en automático, aunque él solo se encontraba mirando a su cita.

Haruka era consciente de la mirada del contrario sobre él, sabía que siempre lo estaba observando, no solo ese día, sino todo el tiempo y justamente por eso, esa tarde no podía mirarlo fijamente, su actitud confiada y fuerte se sostenía en el hecho de estar manejando la situación y no iba a poder manejar la situación si veía esos dulces ojos purpuras que brillaban solo para él.

Caminaron hasta una banca en el parque, justo frente a un lago, la tarde estaba cayendo y Haruka seguía aferrándose a la mano de Rayan, como asegurándose de no perderlo, que ese chico no se alejara de él ni por un instante.

Cuando estuvieron por fin sentados en un lugar que parecía milimétricamente escogido por el joven Shiba, este se recostó en el hombro del rubio y dejó escapar un suspiro.

— ¿Sucede algo? — preguntó Rayan.

— Es que se siente muy tranquilo cuando paso el rato contigo, es como si el tiempo se detuviera solo para nosotros.

— ¿Tú crees? ... Para mí el tiempo contigo nunca es suficiente, siempre quiero un poco más — empezó a acariciar suavemente el dorso de la mano del otro chico, mientras respiraba profundamente para no ponerse nervioso.

Rayan Haitani: Un Adolescente en ApurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora