Capítulo 13

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El resto de la madrugada había pasado analizando la mejor solución, con un poco de café, coca cola y licor me dispuse a encajar las piezas y armar un método. Estaba drogado, y con una sobredosis de químicos en mi cuerpo, pero debía levantarme y comenzar mi plan.

No era el mejor, ni el más novedoso pero tal vez el mejor me convenía ahora. Solo tenía que hacer que ni Abril, ni Nely se vieran. Por un lado, tenía que seguir conquistando a Abril pero no podría sacar de mi vida a la rubia mientras no tuviera otro trabajo con las mismas prestaciones, así que debía tener a las dos, al menos solo por tres días más.

Luego, podría pedir mi renuncia y me darían mi indemnización, además de una carta de recomendación, si lo hacía en este momento, lo único que podría recibir sería una demanda de acoso en el trabajo, ya que mi jefe con la encargada de recursos humanos eran más que amigas, casi hermanas.

—Recuerda nada de esto a Abril. —Volví a amenazar a mi amigo, no era que no confiaba en el pero sabía lo boca floja que podía ser a veces.

— ¡Si, lo entiendo! No soy tonto, Kenneth— lloriqueó mientras nos aventuramos a nuestro quinto día.

Solo debíamos esperar la fiesta que darán al final de la semana, aunque yo ya tenía planeado algo para mi pequeña; esperaba poder sorprenderla con algo que sería lo más cursi que haría en toda mi jodida vida.

No era tan especial, la verdad. Solo que Bruno me hizo recordar, que Abril no habita tenido un baile de graduación; ya que, bueno, nos fuimos al hotel y ahí se quedó sin poder llegar a la fiesta. Cuando me recordó ese suceso, pensé que podía hacer algo lindo, para enmendar ese error, tenía más pero al menos el de la fiesta lo intentaría pronto.

Al no tener ningún plan para este día, decidí ir con Bruno a practicar un poco de buceo; necesitaba relajarme y liberarme un poco de lo me acongojaba... Ansiaba sentir el agua y poder presenciar el paraíso que la naturaleza había creado.

Luego de cuarenta minutos de la charla motivacional, y sobre la seguridad que debíamos mantener en el mar, además de verificar que podíamos practicar el deporte, un grupo de jóvenes—incluidos Bruno y yo—, nos adentramos sobre una lancha a la parte más profunda del mar.

Llegamos al punto donde se encontraba un arrecife controlado por los guardas del hotel; nos indicaron colocarnos nuestro equipo— el aire comprimido, el visor, aletas—. Una emoción se comprimía en mi pecho, pues estar en el mar era los mejor del mundo; esa mezcla de sensaciones que bombardeaban todos mis sentidos era mágico.

Al entrar al agua, nos dirigimos a lo más profundo de ella para poder ver mejor los corales que se habían formado, y los bancos de peces que vivían ahí. El contacto entre el agua y mi cuerpo, era como volar sin necesitar aire; me abrazaba y solo estaba mi pensamiento conmigo mismo; podía escuchar mi corazón y como mis pulmones se inflaban al aspirar el oxígeno de mí tanque; era como estar con mi amante secreta, poder sentir como tocaba mi cuerpo, y como alteraba mis emociones sin necesidad de nada, simplemente mostrarme su belleza, y acariciarme con sus movimientos.

Un color azul era lo más impresionante en el paisaje que tenía frente a mis ojos, un pequeño pez color cerúleo y su cola ambarina se acercó a mí, sin necesidad de invadir su privacidad, verlo tan libre me daba la impresión de que el mar era el único lugar donde el hombre no tenía control absoluto, ni siquiera los que decidimos invadirlo teníamos el control de nosotros mismos, pues estábamos a la deriva, estábamos a la intemperie de nuestro ser, y de nuestro corazón. «Quizás, al entrar se pagaba una deuda con nuestra mente, dejando nuestros problemas en la tierra y sucumbirnos a la majestuosidad del ambiente». Estar ahí, era como estar en un cuento; uno que no tenía principio ni fin.

Sueños de Juventud (SDI #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora