Capitulo 19

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—Queridos hermanos, estamos reunidos para la unión en santo matrimonio de nuestros querido hermanos Abril y Asa. Estamos regocijados en nuestro señor Jesucristo por tan bella y grata unión— escuché el nombre de Abril, mientras iba pasando en la capilla de la ciudad.

¿Por qué estaba aquí? ¿Cómo había llegado? Dios que estaba pasando. Eran tantas preguntas para unas cuantas respuestas.

Me acerqué a la puerta de la iglesia, y ahí estaba Abril; cubierta con un hermoso vestido de color perla que cubría su cuerpo, dejando su espalda desnuda. Y a Asa, con un traje de corte clásico... Esperen, Asa, Abril, Iglesia.

Esto era un sueño, que digo sueño, estaba en la peor pesadilla del mundo.

—Recuerdo cuando ambos eran unos jóvenes, que venían a la catequesis dominical, ¡ah como estos niños se quieres! Y míralos aquí, ahora tomados de la mano para unirse en una sola carne, dejando así a su padre y a su madre para iniciar una vida juntos como bien dice las santas escrituras.

Cada palabra era un puñal a mi corazón, yo había sido el único hombre en la vida de Abril. Tal vez no era el mejor, pero quién demonios lo era. Tenía que hacer algo, Abril arruinaría su vida, al estar con alguien a quien no amaba.

—Bien, Asa aceptas en santo matrimonio a Abril, hasta que la muerte los separe.

—Sí, padre. Acepto.

—Prosigamos, Abril aceptas a Asa en santo matrimonio, para respetarlo y amarlo, para estar con él en la salud y en la enfermedad, en la tristeza y en la alegría, en la pobreza y en la riqueza, hasta que la muerte los separe.

Estaba temblando, me encontraba en la última banca viendo como la mujer de mi vida se casaba con otro que no era yo.

—Sí, padre. Acepto— confesó con tristeza Abril.

—Entonces, si hay alguien en esta sala que tenga un motivo para que este matrimonio no se pueda realizar. Que hablé ahora o callé para siempre.

Me levanté en un impulso, y comencé a caminar hacia el altar cerca de la presencia de la diosa que tenía frente a mí.

—Yo, padre. Yo me opongo.

 

Mi cuerpo alertado comenzó a notar ciertos roces en mi hombro, primero lentos, luego fueron como zarandeos por todo mí ser.

—Yo me opongo—grité.

Froté mis ojos, y vi la luz del sol que irradiaba en todo sus poder; busqué a Abril por todas partes, pero solo pude ver a Bruno y Paty frente a mí.

—¿Qué paso aquí?—preguntó Patricia muy molesta—, Kenneth ¿Qué le hiciste a Abril?

—Yo, Nely—suspiré, Bruno entendió de inmediato y puso sus manos sobre la cabeza.

—No entiendo—confesó Paty—.Kenneth, ¿quién es Nely? Mierda, sabía que no debía confiar en ti. Eres un pendejo.

«Quítate—finalizó.

 Y con una patada hizo que me levantara de mi lugar, comenzó a llamar a Abril por la ventana, luego por la puerta pero era en vano. Abril, estaba cohibida.

—Vete Kenneth—ordenó la mujer de Bruno.

—No.

—Amigo, vámonos. Ellas tienen que hablar— sugirió Bruno, apoyando su hombre sobre el mío.

Sueños de Juventud (SDI #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora