Noche de Halloween

VII

Fue un momento de tensión antes de que Iceberg se lanzará a atacar. Clef se hizo a un lado mientras que Kondraki fue el que detuvo el ataque. Mientras el lobo lo mantenía quieto, Alto volvía a disparar a sus alas, específicamente a la mordida que tenía.

Hubo una queja de dolor al sentir las balas en su herida, así que con un certero golpe mandó lejos a Kondraki para poder ir tras Alto. El humano por fortuna era rápido y escurridizo, así que fácilmente se ponía a salvó para seguir disparando.

En un momento, parecía que el ángel iba a conseguir a su presa, pero fue tacleado de nuevo por el lobo, que está vez mordió su brazo, haciéndolo sangrar. De nueva cuenta los disparos a sus alas iniciaron, volviendo a distraerlo y confundirlo pues no sabía a cual de los dos atacar.

Al final decidió elevar su brazo con el lobo para poder golpearlo y mandarlo a volar. En esos segundos de distracción, Clef se acercó y a escasos centímetros le disparó en el rostro. Si bien eso no lo dañó, si que lo hizo retroceder, y lo siguió haciendo pues el alfa le disparó al menos tres veces más antes de que su munición se acabará.

—Mierda... – Ahora Alto estaba más que indefenso y a merced del ángel.

Iceberg estaba dispuesto a matarlo, pero antes de que pudiera dar un paso al frente, Kondraki corrió a toda velocidad y chocó con el helado enemigo. Aquello le dió el impulso que faltaba para que pudiera entrar en el círculo que Bright había estado creando, el único detalle era que el lobo no podía detenerse y entraría también.

Fueron dos segundos los que Alto tuvo para reaccionar, haciéndolo por fortuna a tiempo y logrando tomar la cola del lobo para jalarlo hacia él. Solo un par de milímetros fueron lo que lo salvaron de terminar en el rango de aquel círculo mágico.

—Sorpresa. – Fue lo único que dijo Bright para advertirle al ángel lo que iba a pasar.

El círculo brilló con mayor intensidad antes de que una torre gigante de fuego se creará, atrapando a Iceberg en el centro. Por fin pudieron escuchar algo más que un par de quejas de parte del ángel, el cual había dejado de estar callado para gritar por el intenso dolor que sentía.

Mientras Kondraki evitaba mirar el cruel destino de Iceberg, Clef no podía dejar de ver aquel intenso fuego. Había algo que le parecía demasiado familiar en eso y que le impedía apartar la mirada. Aún así aquello no duró más de un minuto y tan rápido como se invocó, el círculo mágico y el fuego desaparecieron.

Ahora solo quedaba el ángel ahí, con la piel al rojo vivo y sus alas carbonizadas... Pero con vida aún. Cayó al suelo y por casi otro minuto hubo silencio absoluto, hasta que bajo él brilló el suelo y comenzó a desaparecer a través del mismo.

—¿Que carajos acaba de pasar? – Cuestionó Clef una vez procesó todo lo que había pasado.

—Fue llamado de nuevo arriba... – Contestó Bright antes de quejarse y apenas ser capaz de sostenerse con ayuda de su escoba.

—Hey ¿Que pasa? – Fue el alfa dominante el que se acercó y sin preguntar siquiera lo cargó.

—Bajame, no soy una damisela en apuros.

—No puedes obligarme. – Sin querer escuchar la queja, se dirigió al vehículo de la fundación que había quedado atrás y lo subió en los asientos traseros, recostandolo.

Así Jack se dió cuenta que ya no había peligro en el momento, lo que hizo que se relajara y se durmiera apenas dió un parpadeo. Despertó bastante después, algo sobresaltado al no saber dónde estaba, aunque el sentir la no tan cómoda cama bajo él le decía que ya estaban en la dichosa fundación.

—Al fin despiertas bello durmiente.

—Que original¿Cuánto te tomo robar esa frase? – Clef, que al parecer se mantuvo a su lado, solo rió. —¿Y ahora que harás conmigo? ¿Me usarás como conejillo de indias para tus experimentos locos?

—Es el plan, pero necesito permiso para eso.

—No te ves como alguien que pide permisos.

—Depende de que es lo que busque conseguir.

—Claro, y yo soy Santa Claus. – Clef iba a responder, pero el sonido del caos iniciando se lo impidió.

Se levantó de su lugar y salió de la celda que estaría ocupando Bright, encontrándose con un enorme gatito peleando con los agentes.

—¿¡Que está pasando aquí!? – Gritó y tanto el felino como los agentes pararon sus acciones.

—Solo quiero ver a mi padre y mi novio.

—Eso no se va a poder, menos aún si actúas de esa forma... – James pareció pensar antes de volver a su forma humana.

—Se nos prometió que podríamos pasar tiempo juntos, pero nadie me dice nada ni me dejan salir de esa habitación.

—Bueno, el panorama cambio después de que casi morimos los tres por culpa de un angelito malhumorado. – Se pudo notar la molestia de James por esa respuesta. —Necesito que seas paciente.

—La paciencia no es una virtud que le haya enseñado. – Hablaron tras de Clef y al darse la vuelta ahí estaba Bright.

—¡Papá! – El joven corrió a los brazos de su progenitor, ya tranquilo por verlo despierto y a salvó.

—Sabia que podrías escapar de tu celda cuando quisieras. – Sin nada más que pudiera hacer, por el momento los mandó a ambos a la misma celda para que estuvieran tranquilos. —Y al parecer no son los únicos. – Al darse media vuelta, se encontró con la segunda familia ahí. —Estan haciendo mi trabajo cada vez más difícil

—Como si me importará tu trabajo, lo que quiero es irme.

—Hm, si. Eso no será posible.

—Yo jamás acepté el estar encerrado, solo estoy aquí porque mi hijo quiere ver a su novio.

—Vaya, padre del año.

—Callate.

—Bien, bien. Pasemos de la plática tratando de convencerte de quedarte y pasemos a los hechos. Se bien que eres capaz de escapar cuando quieras, pero ¿A dónde irías? ¿A iniciar una vida nueva, por centésima vez en todo esté tiempo que llevas con vida? Seamos sinceros, aquello es frustrante, y para ti ya debe ser aburrido.

—No hables de mi vida como si me conocieras.

—Quiza no te conozco, pero conozco lo que es reiniciar tu vida. Ya lo hice dos veces y ambas fueron una mierda ¿Por qué alguien lo haría voluntariamente aún más? – No hubo respuesta. —Eso creí. Hazme caso, relájate, quédate aquí a salvó por algunas semanas y después hablamos.

Kondraki no hablo, pero si volvió a su celda, siendo seguido de cerca por su hijo que ahora se mostraba confundido.

—¿Siempre fue así? – Cuestionó Draven una vez volvieron a su lugar asignado.

—¿Así como?

—Asi de fácil que te convenciera.

—No me convenció de nada...

—Mmm, claro. – Era obvio lo poco que Draven le creía, pero no lo contradijo más.

Quizá lo que hacía falta solo era un empujón para que volvieran a ser cercanos entre todos, y no tendría problema en ayudar.