VIII

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Siendo un joven desobediente por primera vez en su vida, Draven solía escapar de la celda que les habían asignado para pasear por todo el sitio. Más de una vez algún trabajador lo encontraba y lo mandaba de regreso, cosa que hacía muy obediente para después de algunas horas volver a escapar.

Así habían pasado unos días, en los que casi todos los trabajadores de ese sitio ya lo habían conocido. Las primeras veces que lo veían fuera, solían asustarse ya que pensaban que era una brecha de contención importante, pero cuando un agente asustado le gritó "¡Vuelve a tu celda!" Y muy obedientemente lo hizo, ese miedo se disipó. Ahora podía llegar al comedor del sitio sin que hubiera un escándalo.

—¡Draven! ¿Otra vez escapando de tu celda?

—Perdon, tenía un poco de hambre.

—¿Que eres, un cachorro en crecimiento? – Hubo risas de parte de todos mientras le servían una ración de comida. —¿Quieres llevarle también algo a tu padre? – Preguntaron con algo de miedo.

—Por favor.

Ah, Benjamin Kondraki. A diferencia de Draven, Kondraki era el que daba miedo. Una de las tantas veces que el joven lobo había salido a pasear, su padre también lo hizo. Los trabajadores de la fundación cometieron el error de querer tratarlo de la misma manera, recibiendo solo un gruñido de advertencia. Todos sabían que, si Draven no hubiera estado presente, alguien se hubiera quedado sin mano.

En ese sitio todos ya tenían una rutina con los recién llegados. Draven salía varias veces al día, y algunas de veces iba a visitar a su novio. Kondraki se quedaba casi todo el tiempo encerrado, disfrutando de sus pasatiempos que eran la esgrima, la música clásica y lepidopterologia. Bright los primeros días había dormido la mitad del día, pero cuando recuperó su energía fue un dolor de cabeza andante para todos, pues no dejaba de meterse en los asuntos ajenos e ir a molestar a Kondraki. James por su parte, al igual que su novio, era bastante querido por los trabajadores de ese sitio, pues era amable y solía controlar a su padre.

Todas esas escapadas de sus celdas estaban más que prohibidas, por supuesto, pero nadie parecía estar preocupado.... Hasta ese día.

Por fortuna, Kondraki y Bright estaban en sus celdas cuando "sonaron las alarmas". Draven apenas estaba caminando de regreso a la celda cuando en el camino se cruzó con un par de personas que no había visto antes.

—No se supone que estés fuera de tu celda. – Draven se quedó congelado un momento.

—Uh... Si, ya voy de regreso.

—Que no vuelva a pasar. – Aquel doctor se retiró, siendo seguido por un agente que no le quitó la mirada de encima hasta que se alejaron.

Algo preocupado, Draven siguió su camino hasta que se topo con un investigador. Después de preguntar quién era el recién llegado y dar una descripción, el pánico se apoderó del investigador. Apuraron a Draven para que volviera a su celda y después de eso no hubo más palabras. Cada que se asomaba por la puerta, un agente le ordenaba volver a entrar.

—Algo debe haber pasado. – Trataba de dar una explicación el mayor. —Si intentan algo será fácil escapar, deja de preocuparte.

—Si, tienes razón...

Y aquello que había pasado era nada más y nada menos que el regreso del director de sitio, al sitio.

Charles Gears era su nombre, y era incluso más aterrador que Clef. No era violento, sarcástico o excéntrico cómo el otro alfa, de hecho era todo lo contrario.

Lo único que esos dos tenían en común era que ambos eran altos, misteriosos y alfas dominantes, fuera de eso eran como el agua y el aceite. Clef era expresivo, agresivo, un pervertido y pésimo jefe. Charles Gears, al contrario, jamás mostraba emociones, era tranquilo, jamás había tenido pareja y aún con todo eso era el trabajador más eficiente de toda la fundación.

Si pusieran a esos dos uno junto al otro, y dieran órdenes contrarias, todos obedecerian sin dudar a Gears... Y eso es lo que estaba pasando ahora mismo.

Clef le había dado el permiso a los cuatro de andar a sus anchas por el sitio 19 y había hecho un trato con Kondraki para que él se quedará en lugar de encerrar a todos los demás lobos. Gears por su parte, al enterarse de todo eso ordenó que buscarán a toda esa manada, que pusieran guardias en las celdas y volvieran a separarlos para evitar una brecha o ataque contra la fundación.

Cuando Benjamin comenzó a notar los cambios que había, se molestó pero no trató de hacer algo. Simplemente salió de su celda para enviar un mensaje con el pobre guardía que estaba ahí.

—Que Bright arregle la situación, o comenzaré la carnicería. – Fue su única  amenaza.

Aunque no fue necesaria, pues el brujo ya estaba moviéndose.

Ese día, Clef estaba discutiendo con Gears por las órdenes contrarias que estaba dando, alegando que los cuatro solo estarían temporalmente ahí hasta que hubiera pasado un tiempo seguro para moverlos. Aún así, Gears no se veía dispuesto a ceder, alegando que Clef era demasiado irresponsable para tenerlos bajo su cuidado.

Con su atención centrada en los gritos y miradas apáticas, no se dieron cuenta del tercer invitado en la habitación.

—Vaya ¿Acaso es este el verdadero jefe del lugar? – Al voltear a una esquina, ahí se encontraba el siempre molesto Bright.

—Eso es ofensivo para mí ¿Que te hace creer que no puedo imponer mi voluntad aquí?

—El simple hecho de que todas tus órdenes fueron ignoradas.

—No fueron ignoradas... Solo aplazadas.

—Es exactamente lo mismo. – Jack pasó de molestar a Alto, a centrar su atención en el 'nuevo' conocido. —Que tal, soy Jack Bright¿Con quién tengo el gusto de entregarle el honor de mi presencia?

—... Clef, no debería estar aquí.

—Estas exagerando, Gears. Serán idiotas, pero no peligrosos.

—Hey-

—Son peligrosos, por eso están contenidos.

—Bueno, tu me entiendes.

—No, no te entiendo. – Gears se levantó de su lugar, haciendo que ambos intrusos en su oficina sintieran un escalofrío. —Ultima advertencia.

—Bien, pero esto saldrá peor a la larga.

Clef señaló la puerta para que Bright lo siguiera, pues iba a escoltarlo de regreso, pero el Omega solo se quedó en silencio un momento antes de hacer una reverencia y retirarse. Alto no entendió el por qué de esa acción, pero supuso que sería alguna clase de burla a Gears.

Fue cuando se quedó solo en su oficina, que Charles devolvió la reverencia.

—Si, ha pasado tiempo...

Noche de Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora