XI

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El Omega despertó en una habitación desconocida. Con calma muy bien fingida se sentó en la suave cama a la que había llegado. Aún se sentía algo aturdido, lo último que recordaba era tomar la mano de aquel ángel y sentir un frío que caló hasta sus huesos, para después perder el conocimiento.

Dispuesto a encontrar respuestas, se levantó y tan cauteloso cómo podía ser salió de la habitación para dar un paseo por todo ese oscuro palacio al cual había llegado, y en el cual parecía no haber nadie. Caminó sin rumbo, ocultandose dónde podía cada que sentía alguna presencia cerca,aun si no veía a nadie.

Caminó por lo que sintió fueron horas hasta que encontró un par enorme de puertas que estaban entreabiertas, dejando escapar un poco de luz del interior de aquella desconocida sección del palacio. Siendo curioso se acercó y asomó un poco, sorprendiendose por su descubrimiento.

Era un comedor donde habían orda tras orda de aquellas criaturas a las cuales su familia había dado caza desde varias generaciones atrás. Podía reconocer a algunos de los presentes ahí y también sabía lo peligrosos que podían ser. Aún así, lo más impresionante era que podía ver al fondo del lugar, en una mesa aparte y llena de un apetecible festín aquellos pares de alas que pertenecían a quien lo había llevado ahí. No podía ver más que sus alas que sobresalían, pues era obvio que estaba sentado en las piernas de alguien más, que a su vez estaba en un trono que le daba la espalda. Aún así, imaginaba ya quién sería aquel que estuviera sentado ahí.

Tan concentrado estaba en eso que no notó cuando alguien más se acercó a la puerta, llevando una bandeja de platos y cubiertos vacíos. La puerta se abrió y terminaron encontrándose cara a cara, manteniendo el contacto visual y el silencio algunos segundos antes de que el desconocido gritara por la sorpresa y dejara caer lo que llevaba.

El estruendo fue suficiente para llamar la atención de todos ahí, incluso logrando que en la mesa de los lobos alguien se levantará y se pusiera en guardia, listo para atacar. Aún así todo movimiento fue detenido con otro simple movimiento. Las velas, candelabros y demás que iluminaban el lugar se apagaron por unos segundos, para después volver a encender solo las suficientes para evitar tropezar.

El ángel se levantó de su lugar para dejar que aquel en el trono hiciera lo mismo. Con paso tranquilo camino dispuesto a acercarse a Jack. El Omega por su parte, recogió lo poco que le quedaba de dignidad y orgullo para hacer lo mismo, sorprendiendo a todos ahí. Ambos se encontraron a medio camino y solo en ese momento todas las luces volvieron. Ahora Bright podía ver sin problema el rostro de aquel desconocido que parecía gobernar sobre todos, y no podía evitar notar su parecido con alguien más.

—Tu debes ser Jack Bright.

—Y tu... Debes ser un acosador ¿Cómo sabes mi nombre? – Hubo murmullos por tal falta de respeto, pero el alfa frente a Jack ni se inmutó.

—A decir verdad, Julian me lo dijo.

—Ah, el ángel... Quien diría que la esperanza de los humanos estaba en su contra.

—El actúa como doble agente, pero podremos profundizar en eso después. – Con una seña lo invitó a sentarse en la misma mesa que él, dispuesto a discutir.

Aún con nervios, Bright caminó hasta la mesa central, tratando de ignorar las incómodas miradas llenas de desconfianza que todos le dirigían. Al llegar a la mesa, el ángel ya tenía su lugar preparado al lado derecho del trono, mientras que Julián se quedaría a la izquierda. Tomo asiento y enseguida le sirvieron un plato de aquel festín.

—Estoy seguro que tienes demasiadas dudas. – Habló el gobernante mientras tomaba su asiento. —Estare dispuesto a responder lo más que pueda.

—Que amabilidad. – Jack tomó los cubiertos y con algo de desconfianza comenzó a analizar la comida. —Creo que lo primero serían las presentaciones. Tu sabes mi nombre pero yo no sé el tuyo.

Hubo un silencio incómodo, ya que nadie parecía querer decir palabra por su presencia.

—Es verdad, me disculpo. Mi nombre es Charles Gears, usualmente los tuyos me llaman simplemente "Rey demonio".

—Hm, si, tiene sentido por esos cuernos saliendo de tu cabeza. Ahora ¿Por qué te pareces tanto al rey Aaron? – Preguntó en un susurro.

—Es una explicación extensa que me gustaría discutir en privado.

—Hm... Bien. – De nuevo hubo silencio, pues todos esperaban la siguiente pregunta de Bright, el cual la pensó durante demasiado tiempo. —¿Por qué?

—¿Perdón?

—¿Por que yo? Si querías un Bright, habían mejores opciones. Si querías un Omega, había mejores opciones¿Por qué yo?

—A decir verdad, necesitamos un Bright.

—Ah.

—Pero tambien un Omega. – Toda la atención se centró en el Rey. —Solo los omegas de la familia Bright pueden tener aquello que necesitamos.

—¿Venganza por haber acabado con tantas criaturas mágicas, al punto en que mi padre acabó con la última bruja llevando a esa raza a su extinción?

—No, no tiene que ver con venganza, pero si con brujas.

—Entonces te escucho.

—Antes que nada ¿Podrías comentar cuál es el origen de tu familia?

—Uh... Supuestamente era un granjero que generaciones atrás descubrió que las brujas se quedaban sin magia cuando les arrebataban cierto objeto especial que solían disfrazar de escobas, así que robó las escobas de todo un pueblo y las quemó en el centro del mismo. Aunque hubo muchas quejas, el rey de ese entonces lo premio dándole fortuna y poder, pues varias y varios brujos se quemaron espontáneamente al mismo tiempo que sus escobas.

—Bueno, aquello es una mentira.

—Ya lo imaginaba.

—La historia es más complicada que eso y se remonta a tiempos en los que está guerra no existía, y todas las razas convivían en paz.

—Vaya distopia absurda... Quiero saber más.

—Una vez conozcas todos estos secretos, no podrás volver a tu vida anterior.

—¿Y si llegara a arrepentirme de estar aquí?

—Me temo que no saldrías con vida de este comedor.

—Wow, rudo y directo. – Bright sonreía de forma altanera y llena de confianza, cosa que ponía nerviosos a todos los presentes.

—Bien entonces, deja que te cuente la verdadera historia de la familia Bright, y el por qué eres una pieza fundamental para definir el futuro de está guerra.

Noche de Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora